Cuando la polvareda de una controversia se va disipando, se comienza a observar la realidad de los hechos.
Estamos en guerra. Nuestro enemigo es el virus de la pandemia COVID-19, propagado por los que rehúsan vacunarse, propiciando su mutación para engañar a nuestra defensa inmunitaria, natural o adquirida. Hoy su camuflaje se llama la variante Delta; en el futuro se disfrazará con otro nombre, pero siempre persiguiendo el mismo propósito: persistir y causar daño.
Estamos en guerra. Nuestro enemigo es el virus de la desinformación, propagado por los que encubren la verdad de los hechos. La desinformación también muta para engañar a la racionalidad, nuestra mejor defensa contra las teorías de conspiración y otras falsedades que se disfrazan para persistir y causar daño.
En la guerra se revelan aliados y adversarios. He lanzado una granada contra la desinformación y se han revelado aliados y adversarios. Siempre han estado ahí; sólo se han revelado.
La prensa ha reaccionado como un gremio cuando se denuncia el acoso mediático —disfrazado de fiscalización— de uno de sus afiliados. Atacar la credibilidad de quien dirige la batalla contra el enemigo en una guerra es un acto de deslealtad y de complicidad con el enemigo. La prensa traiciona su misión fiscalizadora cuando se erige como portavoz de quienes socavan la confianza en los profesionales acreditados que dirigen esa batalla.
COSACO, en mayúsculas, ha sido desbandado. Ahora cosaco, en minúsculas, ha sido secuestrado por quienes desean socavar la credibilidad de los verdaderos expertos para presentarse como alternativa disfrazada de verdad, infiltrándose con jugosos contratos en las mismas instituciones que intentan socavar. Su oportunismo se comporta muy similar a un virus.
Los aliados de la agenda de cosaco en la prensa desinforman cuando los ungen como “expertos” de la comunidad científica en temas tan vitales para la sociedad como abrir y cerrar escuelas durante esta pandemia. Así, los verdaderos expertos se convierten en adversarios, cuyas opiniones se contrastan por igual en la prensa. El promedio entre lo falso y lo cierto nunca es válido.
Una opinión pública bien informada es el mejor antídoto contra el virus de la desinformación. La misión de la prensa es informar y fiscalizar. No puede fiscalizar bien quien se contagia con el virus de la desinformación.
¡A vacunarnos todos!
José Becerra, MD, MPH, FACPM
Atlanta, GA and San Juan, Puerto Rico
Retired Centers for Disease Control Medical Epidemiologist
Adjunct Associate Professor of Epidemiology and Biostatistics
Graduate School of Public Health, Medical Sciences Campus
University of Puerto Rico
1 comentario en “El virus de la desinformacion”