
Nos encontramos ante un peligroso repunte de la pandemia COVID-19 debido a la nueva variante ómicron propagándose en PR. Las hospitalizaciones pediátricas por COVID-19 muestran un crecimiento exponencial, duplicándose cada 3-4 días. Las hospitalizaciones de adultos por COVID-19 también muestran un sostenido aumento exponencial.
Aunque la morbimortalidad asociada a la nueva variante aparenta ser menor relativa a otras variantes, debido a su muy alta transmisibilidad (índice de propagación Ro > 10), la magnitud absoluta de su impacto pone en peligro al frágil sistema sanitario (hospitales y personal sanitario) en PR, como ya lo ha hecho en otros lugares.
Aun cuando el riesgo de colapso del sistema sanitario se estime relativamente bajo, digamos 25%, ¿debemos apostar a proteger la economía, permitiendo una mayor propagación del virus mediante la reducción de las medidas de mitigación?
Podemos aproximarnos a una respuesta examinando el excelente análisis del economista José Caraballo Cueto y la epidemióloga matemática Maytee Cruz Aponte en su artículo «Balancing Fiscal and Mortality Impact of COVID-19 Mitigation Measurements» publicado en la revista Letters in Biomathematics (Nov 2021). Ellos acertadamente dicen que «After simulating several scenarios, we conclude that herd immunity is the worst policy when considering human cost… These results reveal that it is always better to implement some distancing measures, even for a short period, than betting for herd immunity. These conclusions are held true if it is implemented relatively late».
El análisis adolece de varias limitaciones. Cuando se sometió el manuscrito para revisión por pares en marzo del 2021 todavía las nuevas variantes (delta y ómicron) no estaban en el escenario, y apenas comenzaban los programas de vacunación. Esto afecta los parámetros epidemiológicos escogidos para el modelo (por ejemplo, periodo de incubación, virulencia, Ro) y hace necesario un análisis de sensibilidad de las proyecciones del modelo.
Tampoco queda claro si el modelo, confeccionado para EE. UU., sea aplicable a la realidad económica puertorriqueña, dado que los costos y el sistema tributario son distintos. Particularmente, los autores alertan que «We acknowledge that our model may not be exported to developing countries where the lock-down can also result in deaths of individuals from starvation: given the low safety nets and salaries in many poor countries, lack of employment can severely reduce dietary intake resulting in other serious health-related issues or death. In that case, we recommend adding a death variable associated to forced unemployment. Such an approach exceeds the scope of this paper».
Sin embargo, es importante señalar que la tasa de mortalidad por COVID-19 (defunciones COVID-19 por 100,000 habitantes) ha sido significativamente menor en PR comparado con EE. UU., probablemente debido a la oportuna implementación de medidas de control y mitigación y al exitoso programa de vacunación en PR, logros no alcanzados en EE. UU. Este importante indicador avala las conclusiones del estudio realizado por Caraballo-Cueto y Cruz-Aponte.
Evidentemente, es necesario ponderar factores salubristas y económicos para controlar la pandemia. Hay que minimizar el riesgo de contagios, a la vez que se minimiza el impacto de las ausencias laborales. Hay que preservar la vitalidad de la economía, cuya depresión también impacta la salud, mental y física (desempleo, pobreza, seguridad alimentaria). Hacen falta más análisis rigurosos, como el citado estudio, que informen y guíen las decisiones gubernamentales.
Mientras, nos apoya el sentido común, ése que nos dice que los espacios de circulación cerrada del aire representan un mayor riesgo de contagio, y que un ambiente escolar bien controlado es más seguro que el ambiente familiar con convivientes no vacunados.

José Becerra, MD, MPH, FACPM
Atlanta, GA and San Juan, Puerto Rico
Retired Centers for Disease Control Medical Epidemiologist
Adjunct Associate Professor of Epidemiology and Biostatistics
Graduate School of Public Health, Medical Sciences Campus
University of Puerto Rico