COVID-19 PR

La renuncia

No, yo no he renunciado. Quien diga lo contrario le falta a la verdad.

El pasado 26 de julio le recordé al Dr. Mellado nuestro acuerdo, una condición esencial para mi permanencia al donar mis servicios, como médico epidemiólogo acreditado, laborando en el Departamento de Salud de Puerto Rico (DSPR).  Ese acuerdo se sostiene en un principio que capturan dos sencillas palabras: autonomía científica.

El miércoles 11 de agosto escuché en vivo que el Sr. Gobernador y el Sr. Secretario, en conferencia de prensa desde la Fortaleza, aceptaban mi «renuncia» al yo hacer pública esa comunicación previa. Al no haber recibido respuesta a esa carta, inferí entonces que el acuerdo había sido «revocado». En esa carta yo denunciaba la violación de mi autonomía científica por parte de la encargada de las relaciones públicas del DSPR, la Sra. Lisdián Acevedo.

Siempre he confiado en la palabra del Dr. Mellado. No pienso que el Dr. Mellado revocara nuestro acuerdo. Siempre tuve plena libertad de expresión en las conferencias de prensa que compartimos. Sin embargo, el Dr. Mellado responde a un poder superior que nunca avaló ese acuerdo y que tenía como gestora, insertada desde la Fortaleza, a la Sra. Acevedo.

Yo también respondo a un Poder superior. Cuando ese Poder espiritual entra en conflicto con el poder material, las consecuencias son predecibles, poniendo a prueba mi «voluntad al bien». Solo ese alineamiento con la Voluntad superior puede vencer al miedo de las inevitables represalias.

El poder material tiene varias expresiones, entre la cuales se encuentran el poder político y el poder de la prensa, usualmente en conflicto. Desafiar simultáneamente a esos poderes materiales puede parecer desacertado. Sin embargo, como en el ajedrez, existe una lógica táctica para aceptar esa trampa (gambito).

Los poderes materiales en conflicto suelen unirse para atacar a un adversario común. Para algunos integrantes de la prensa, obcecados en su exclusiva unción de «expertos», yo represento a un adversario que, con la autoridad de credenciales y experiencia, contradice sus falacias epidemiológicas. Para el poder político, yo amenazo su falsa premisa de que se protege a la administración de turno engañando a la opinión pública mediante relacionistas públicos adeptos en encubrir la verdad de los hechos.

Puedo mencionar un suceso en concreto. La Sra. Lisdián Acevedo, relacionista público del Departamento de Salud, intentó suprimir la publicación del letal brote entre no vacunados en una iglesia evangélica de Mayaguez a finales de junio. Calculaba ella que tal publicación causaría conflicto con la intención del Sr. Gobernador de anunciar que, para fines de esa semana, dejaría caducar la orden ejecutiva, vigente entonces, flexibilizando así las medidas de mitigación contra COVID-19 en Puerto Rico. Yo entendía que era una oportunidad mediática única para alertar al público sobre el riesgo de no vacunarse y sobre las campañas de desinformación sobre vacunación difundidas por una importante minoría de las iglesias que obstaculizaban nuestros esfuerzos por lograr una mayor cobertura de vacunación en la isla. Ante su censura, envié la información directamente a la prensa y resultó como yo esperaba. Se abrió el tema a discusión pública y se unieron las iglesias a favor de la vacunación. Eventualmente, acompañé al Sr. Gobernador en la conferencia de prensa desde la Fortaleza esa semana para apoyar su decisión de flexibilizar las medidas de mitigación, dado que los indicadores epidemiológicos así lo justificaban. Siempre estaré al lado de la ciencia, por lealtad profesional, nunca política.

-Dr. José Becerra

La expresión inferior de esos poderes desinforman: unos coercen y otros engañan. Ambos renuncian al servicio del bien común para perseguir un objetivo común: el interés propio de su propia supervivencia. Esa es la verdadera «renuncia».  

Desde que envié mi comunicación del 26 de julio al Dr. Mellado, la Sra. Acevedo se dedicó a sabotear mi labor en el DSPR: aliándose con las agendas mediáticas de ciertos periodistas; interrumpiendo mis labores, recabando información irrelevante con el pretexto de la transparencia; rehusando asumir su responsabilidad para educar a la opinión pública sobre conceptos básicos de epidemiologia, tal como, ¿qué es un brote?; redactando partes de prensa desfavorables a mi gestión, hasta culminar en los tweets que revelaron por fin su agenda oculta: indisponerme con el Dr. Mellado.

No objeto que el Dr. Mellado se distanciase de mi controversial estilo de expresión, adoptado en las circunstancias particulares del ataque de un acosador mediático a mi integridad profesional. Cada uno tiene derecho a su estilo de defensa. Lo que objeto es que no se declarase en esos tweets de la Oficina del Secretario que el Dr. Mellado no repudiaba la sustancia de mis argumentos, ni se declarase su propio repudio —que me consta personalmente— a quienes socavan la credibilidad de las estadísticas del DSPR y de sus funcionarios. Esa fue la trampa de Lisdián, que le estalló en sus propias manos al desinformar al Sr. Gobernador sobre la fecha de mi carta de «renuncia».    

Se trató de una trampa mediática que yo, como ajedrecista, decidí aceptar para lograr un propósito ulterior en beneficio de un bien común: la defensa de la autonomía científica de la Oficina del Principal Oficial de Epidemiología en el DSPR.  

El enfoque racional de la metodología epidemiológica consiste en la identificación de un problema, la intervención científica para mitigarlo, la evaluación de la eficacia y la efectividad de la intervención, y la redefinición del problema luego de la intervención. Ese ciclo se repite hasta contener, mitigar y eliminar el problema. La única intervención legítima de una administración gubernamental en ese proceso es la formulación de política pública basada en la evidencia científica, nunca en agendas oportunistas de conveniencia político-partidista.

La epidemiologia es una ciencia, la ciencia medular de la salud pública. Toda ciencia está basada en evidencia y ese enfoque racional es incompatible con agendas partidistas. Así como un meteorólogo del Servicio Nacional de Meteorología merece la confianza de la comunidad a quien sirve y el respeto de la prensa que informa, un epidemiólogo acreditado merece la misma autonomía y el mismo trato y deferencia.

El reclamo de autonomía científica es inherente y consubstancial a la práctica de la epidemiología, columna vertebral de todo Departamento de Salud Pública. Por tanto, quien quiera fomentar el respeto y la confianza por parte de la ciudadanía en el Departamento de Salud Pública debe respetar la autonomía de la ciencia epidemiológica.

La Oficina del Principal Oficial de Epidemiología debe ser dotada con los recursos humanos y fiscales necesarios para su operación, independiente de cualquier agenda mediática para proteger la imagen política de la administración de turno. Quien asuma esa función debe hacer valer esa autonomía científica y asegurarse el compromiso de un canal independiente de comunicación de un Servicio de Inteligencia Epidemiológica con la ciudadanía, así como lo hace un meteorólogo del Servicio de Meteorología.

No, yo no he renunciado, ni nunca renunciaré al servicio altruista. Jamás he sido peón de ninguna administración política ni de ninguna comisaria política de barrio, y nunca lo seré. No se puede renunciar a lo que nunca se ha consentido. Solo consiento a ser instrumento de un Poder superior para tomar decisiones sabias que se aproximen, cada vez más, a mis principios éticos.

El tiempo determinará si el gambito de un desafiante Quijote ha logrado derrotar a los adversarios de la autonomía científica, restaurando la credibilidad que una vez el Dr. Guillermo Arbona confirió al DSPR.  Entonces, habremos servido todos al bien común.   



[2021.08.16@09:45]

P: ¿Por qué ha utilizado expresiones tan duras como «inescrupuloso” para referirse a la prensa?

R: Primero, una lectura cuidadosa de mis expresiones revela que me he referido a un periodista en particular y no a la prensa entera.

Segundo, como todo profesional, un periodista ejerce un poder, el poder de la prensa. Esa responsabilidad ha de ejercerse de manera sabia y prudente. El acoso hacia otro profesional mediante el poder de la prensa, creando una falsa imagen de incompetencia profesional promovida por la agenda mediática de terceros, es un uso inescrupuloso de ese poder. La defensa del infractor por su gremio es tan lamentable respuesta de rebaño como la defensa de la impericia profesional de un médico por su gremio.

Tercero, en la prensa existen cómplices de esa agenda mediática. Los servidores públicos de carrera deben ser protegidos del fuego cruzado entre la prensa y el gobierno en su gestión político-partidista. Menoscabar la gestión de servidores públicos de carrera, por identificarlos con alguna administración de turno, no es un uso responsable, sabio y prudente del poder de la prensa y de su legítima función fiscalizadora. Cuando la prensa rebasa el límite del pensamiento crítico y se ocupa de atacar personalidades, el poder de la prensa se corrompe. #

[2021.08.16@11:00]

P: ¿Justifica el uso de la frase «terrorismo mediático»?

R: Otra vez, una lectura cuidadosa de mis expresiones revela que no me refiero a la prensa con esa frase. Me he referido a terceros que intimidan por su dominio e influencia en las redes sociales para callar a quienes discrepen de su agenda mediática. Me constan innumerables instancias de personas que no se atreven a expresar públicamente sus objeciones a esos terceros por miedo a ser atacados personalmente en las redes sociales. A eso me refiero por «terrorismo mediático». #


[2021.08.16@12:30]

P: ¿Puede aclarar su referencia al «fraude»?

R: Quien se presenta a los medios como experto en epidemiología, sin serlo, comete fraude. El medio que lo unge, se hace cómplice.

Quien permite que le llamen doctor o doctora (MD, PhD, DrPH), sin serlo ni rectificarlo, comete fraude.

Para una definición explícita de los diferentes niveles de acreditación y experiencia para epidemiológos, favor consultar:


José Becerra, MD, MPH, FACPM
Atlanta, GA and San Juan, Puerto Rico

Retired Centers for Disease Control Medical Epidemiologist

Adjunct Associate Professor of Epidemiology and Biostatistics
Graduate School of Public Health, Medical Sciences Campus
University of Puerto Rico

5 thoughts on “La renuncia”

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *