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COVID prolongado: 2025

Resumen del artículo “5 Long COVID Predictions for 2025 and Beyond” de Medscape:

El artículo, publicado el 21 de abril de 2025 por Sara Novak, explora el futuro del manejo y tratamiento del COVID prolongado, una condición que afecta aproximadamente al 8% de las personas que han tenido COVID-19 en Estados Unidos. A pesar de los avances en el reconocimiento de sus síntomas, aún no existen pruebas diagnósticas o tratamientos estándar para esta condición. Se destacan cinco predicciones clave para el futuro:

  1. Tratamientos más enfocados y mejorados:
    Gracias a una mayor comprensión de los mecanismos subyacentes—como los reservorios virales, el impacto en el microbioma intestinal y los efectos sobre las mitocondrias—se anticipa el desarrollo de terapias dirigidas, incluyendo combinaciones de antivirales y anticuerpos monoclonales, para erradicar la infección residual.
  2. Avances significativos con anticuerpos monoclonales:
    Se están llevando a cabo estudios, incluido un ensayo clínico a gran escala en UCSF, que evalúan si los anticuerpos monoclonales pueden aliviar rápidamente los síntomas del COVID prolongado, ofreciendo esperanza a muchos pacientes.
  3. Terapias antivirales en combinación:
    Aunque medicamentos como Paxlovid inicialmente mostraron poca eficacia, investigaciones recientes sugieren que, administrados en combinaciones y durante periodos prolongados, podrían reducir la carga viral de los reservorios en el cuerpo.
  4. Medicina de precisión basada en fenotipos:
    El reconocimiento de que el COVID prolongado abarca varios subtipos o fenómenos—diferenciados por síntomas como fatiga, alteraciones sensoriales o problemas respiratorios—motivará estudios que agrupen pacientes según su perfil clínico, permitiendo tratamientos más personalizados.
  5. Comprensión del comportamiento de nuevas cepas:
    La evidencia sugiere que las variantes más recientes de SARS-CoV-2 generan casos de COVID prolongado menos severos en comparación con las cepas iniciales; sin embargo, los expertos reconocen que aún persisten casos graves, lo que demanda mayor investigación.

El artículo también señala la preocupación de los expertos ante recortes en el financiamiento de la investigación, lo que comprometerá el avance en el diagnóstico y tratamiento del COVID prolongado.


La vacunación contra la COVID-19 ha demostrado proteger no solo contra la enfermedad severa, sino también reducir el riesgo de desarrollar síntomas persistentes o “COVID prolongada”. Diversos estudios indican que, en adultos, el riesgo de presentar efectos a largo plazo se reduce en aproximadamente un 27% en aquellos que estaban completamente vacunados antes de la infección .

En particular, las vacunas fueron inicialmente diseñadas utilizando las cepas originales del virus, lo que les permitió ofrecer una protección robusta contra formas graves de la enfermedad y, consecuentemente, disminuir las secuelas a largo plazo asociadas a esos primeros brotes. Aunque el virus ha evolucionado y han surgido nuevas variantes, la experiencia inicial con las vacunas destaca la importancia de la inmunización primaria para reforzar la respuesta del organismo y limitar complicaciones postinfecciosas .

Es fundamental mantenerse al día con los esquemas de vacunación recomendados, ya que la efectividad de la vacuna puede disminuir con el tiempo y se han desarrollado refuerzos para mejorar la protección frente a las nuevas variantes. Esta estrategia no solo protege la salud individual, sino que además ayuda a reducir la carga sobre los servicios sanitarios al disminuir la incidencia de síntomas prolongados y sus complicaciones.


José Becerra, MD, MPH, FACPM
Atlanta, GA and San Juan, Puerto Rico

Retired Centers for Disease Control Medical Epidemiologist

Adjunct Associate Professor of Epidemiology and Biostatistics
Graduate School of Public Health, Medical Sciences Campus
University of Puerto Rico

COVID-19 PR

COVID-19: repunte de verano 2024

Figura 1: Pruebas totales
Fuente: covid19datos.salud.gov.pr/
Figura 2: Tasa de positividad
Fuente: covid19datos.salud.gov.pr/

La prensa comercial ávida del sensacionalismo cita a algunos expertos preocupados por una alta tasa de positividad, históricamente la más alta. Sin embargo, es una media verdad. Por ejemplo, 4 de 10 representa una tasa mayor que 350 por 1,000, pero 4 es mucho menor que 350, ¿no es así?

La graficas que anteceden demuestran la falacia de utilizar la tasa de postividad para analizar la situación actual de COVID-19 en Puerto Rico. Esto es así porque se están realizando mucho menos pruebas actualmente y dado que las pruebas negativas caseras (de antígeno) casi no se informan, tal subregistro causa un falso aumento en la tasa de positividad.


Figura 3: Casos totales
Fuente: covid19datos.salud.gov.pr/

Sin embargo, los casos de COVID-19 ciertamente demuesttran una tendencia ascendente este verano de 2024, como lo demuestra la Figura 3. Aún así, la magnitud del aumento de casos es todavía mucho menor que en el pasado y no debe ser causa de alarma, aunque sí de alerta ante el aumento en la transmisión comunitaria del SARS-Cov-2 para casi todos los grupos de edad en Puerto Rico, con una transmisión relativamente mayor en la población de adultos mayores (> 60 años). Se debe tener en cuenta que aún no se pueden predecir las consecuencias de la infección por SARS-CoV-2 a largo plazo y que la prevención de COVID-19 es siempre recomendable.

La mortalidad y las hospitalizaciones por COVID-19 muestran un patrón similar a los casos COVID-19 reportados (Figuras 4 y 5).

Figura 4: Mortalidad COVID-19
Fuente: covid19datos.salud.gov.pr/
Figura 5: Hospitalizaciones por COVID-19.
Fuente: Monitoreo de COVID-19 en Puerto Rico (harvard.edu)

Aunque las hospitalizaciones pediátricas demuestran un aumento mayor relativo a los datos históricos (Figura 6),

Figura 6: Hospitalizaciones pediátricas por COVID-19
Fuente: Monitoreo de COVID-19 en Puerto Rico (harvard.edu)

la cantidad absoluta es mucho menor que para la población adulta, siendo sujeta a una mayor imprecisión de los datos que llegan al DSPR desde los hospitales. Como sea, la capacidad de camas es suficiente para absorber el aumento (Figura 7), aunque la disponibilidad de especialistas para atender esos casos es un importante dato actualmente imponderable.

Figura 7: Camas disponibles y ocupadas en los hospitales
Fuente: Estadisticas V2 (salud.gov.pr)

No existe evidencia de que las variantes actuales del SARS-Cov-2 que circulan en Puerto Rico sean más transmisibles o más letales que las variantes anteriores.

Fuente: DSPR. 9054 (pr.gov)

Es importante tomar en consideracion el status de inmunidad, tanto por vacunación (Figura 8) como por infección natural, para evaluar el impacto del actual repunte en la población, prestando particular atención a la probable menguante protección inmunológica, como lo indica el aumento en la tasa de reinfección. Es evidente que la inmensa mayoría de las personas (Figura 8, amarillo dorado) tampoco han recibido la vacuna actualizada del otoño pasado y por eso se reportan como “sin vacunas al día”.

Figura 8: Vacunación COVID-19
Fuente: Estadisticas V2 (salud.gov.pr)
Figura 9: Tasa de Reinfección
Fuente: DSPR. 9054 (pr.gov)

Recomendaciones CDC sobre vacunación

Al 12 de septiembre del 2023, las vacunas actualizadas para 2023-2024 de Pfizer-BioNTech y Moderna contra el COVID-19 son las recomendadas por los CDC para usar en los Estados Unidos.

Las vacunas actualizadas para 2023-2024 contra el COVID-19 son las que mejor permiten combatir el linaje XBB de la variante ómicron y podrían restablecer la protección contra el COVID-19 grave que pueda haber ido disminuyendo con el tiempo. Prevemos que las vacunas actualizadas serán más efectivas para combatir las variantes en circulación en la actualidad.

No existe ninguna recomendación preferencial sobre el uso de una vacuna contra el COVID-19 por sobre otra cuando se dispone de más de una vacuna aprobada o autorizada, recomendada y apropiada según la edad.

Manténgase al día con las vacunas contra el COVID-19 | CDC

Recomendación actualizada de la vacuna contra el COVID-19 2024-2025

Los CDC recomiendan  que todas las personas de 6 meses de edad o más reciban una vacuna actualizada contra el COVID-19 2024-2025 para protegerse contra los resultados potencialmente graves del COVID-19 este otoño e invierno, independientemente de que alguna vez se hayan vacunado con una vacuna contra el COVID-19 o no. Las vacunas actualizadas contra el COVID-19 estarán disponibles en Moderna, Novavax y Pfizer a finales de este año. Esta recomendación entrará en vigor tan pronto como las nuevas vacunas estén disponibles.

El virus que causa el COVID-19, el SARS-CoV-2, siempre está cambiando y la protección de las vacunas contra el COVID-19 disminuye con el tiempo. Recibir una vacuna actualizada contra el COVID-19 2024-2025 puede restaurar y mejorar la protección contra las variantes del virus que actualmente son responsables de la mayoría de las infecciones y hospitalizaciones en los Estados Unidos. La vacunación contra el COVID-19 también reduce la posibilidad de sufrir los efectos del COVID persistente, que puede desarrollarse durante o después de la infección aguda y durar mucho tiempo.

La temporada pasada, las personas que recibieron una vacuna contra el COVID-19 2023-2024 vieron una mayor protección contra la enfermedad y la hospitalización que las que no recibieron una vacuna 2023-2024. Hasta la fecha, cientos de millones de personas han recibido de manera segura una vacuna contra el COVID-19 bajo el monitoreo de seguridad de vacunas más intenso en la historia de los Estados Unidos.

CDC Recommends Updated 2024-2025 COVID-19 and Flu Vaccines for Fall/Winter Virus Season | CDC Online Newsroom | CDC


Recomendaciones del DSPR

Fuente: DSPR. Indicadores para Semana Epidemiológica número 24, 2024 9054 (pr.gov)

CONSULTOR

José Becerra, MD, MPH, FACPM
Atlanta, GA and San Juan, Puerto Rico

Retired Centers for Disease Control Medical Epidemiologist

Adjunct Associate Professor of Epidemiology and Biostatistics
Graduate School of Public Health, Medical Sciences Campus
University of Puerto Rico

COVID-19 PR

Alerta de repunte


He sido muy crítico con la prensa comercial por el apetito sensacionalista que usualmente promueve. «Vivir alertas, pero no alarmados» ha sido mi lema ante la pandemia COVID-19 desde sus inicios.


Esta vez, sin embargo, coincido con las señales que se están enviando por la prensa para alertarnos sobre la situación actual de la pandemia en Puerto Rico, a pesar de que ahora el tema «no vende». Sin embargo, aun así, cumplen su responsabilidad de informar verazmente.

La agenda oficialista gubernamental es evidente, tanto en Puerto Rico como en Estados Unidos: se quiere minimizar, y hasta negar la situación actual.


Reinfecciones en Puerto Rico


Los datos revelan aumentos significativos de infecciones, reinfecciones, hospitalizaciones y defunciones, así como un aumento en el uso de Paxlovid. Esto coincide con la protección menguante de las vacunaciones. Ya casi no existe diferencia entre los menos vacunados y los más vacunados en las defunciones (aunque ciertamente existe entre vacunados y no vacunados). Peor aún, solo el 10% de la población ha recibido la bivalente.


Defunciones por COVID-19 en Puerto Rico


Nos encontramos ante una nueva etapa de convivencia con la variante Omicrón del virus SARS-CoV-2 causante de la pandemia. Ya no se justifica la declaración de emergencia, pues el sistema salubrista no sufre riesgo de colapso. Aplanar la curva epidémica ya no es prioridad, pues existen recursos para atender la demanda de atención de servicios hospitalarios por COVID.


Esta nueva etapa plantea un problema bioético. La población de mayor riesgo, los adultos mayores —una minoría de la población general— tiene con una carga de morbimortalidad por COVID desproporcionada. Más del 80% de las defunciones por COVID ocurren en ese grupo.


¿Debe despreocuparse la población más joven de su contribución a la transmisión comunitaria del SARS-CoV-2 que eventualmente impacta a sus mayores? ¿Debe la sociedad proteger a sus adultos mayores, como una meta éticamente válida, no importa que no representen riesgo de colapso del sistema sanitario?


Los datos oficiales del Departamento de Salud indican un repunte en la población de adultos mayores. Vacunarlos es nuestra mejor estrategia de protección. La mitigación de riesgo —la fase actual de la estrategia salubrista— también debe incluir la protección de nuestros adultos mayores en residencias de adultos mayores.


Esto, y más, está incluido en las recomendaciones de los informes semanales de la Oficina del Principal Oficial de Epidemiología del Departamento de Salud. Pero el mensaje no llega, ni a Fortaleza ni a la ciudadanía. Ambos actúan como si ya hubiese pasado la pandemia. Pero no es así.


Al igual que hace el servicio de meteorología para olas de calor excesivo, el Departamento de Salud debe emitir un Boletín de Alerta a la población general, y de AVISO a la población de adultos mayores, sobre la situación actual de la pandemia en PR y el alto riesgo particular par a los adultos mayores. Es una responsabilidad ética y salubrista que debe trascender intereses políticos y agendas oficialistas.


José Becerra, MD, MPH, FACPM
Atlanta, GA and San Juan, Puerto Rico

Retired Centers for Disease Control Medical Epidemiologist

Adjunct Associate Professor of Epidemiology and Biostatistics
Graduate School of Public Health, Medical Sciences Campus
University of Puerto Rico


COVID-19 PR

La crisis demografica



Gráfico por Raúl Figueroa Rodríguez, https://miradademografica.com/

Hoy El Nuevo Día nos propone un tema acuciante de reflexión: la crisis demográfica.

Una hemorragia (migración negativa) sin cirugía (transformación radical del modelo económico) ni transfusión (nacimientos) resulta en la muerte del paciente.

CEPUR, 2023

La cifra de muertes indica un regreso a los años de la década del 1940 en Puerto Rico, pero sin la tasa de fecundidad de entonces.

No somos los únicos en el mundo que enfrentamos esta crisis. Auscultemos iniciativas de corto y largo alcance.



José Becerra, MD, MPH, FACPM
Atlanta, GA and San Juan, Puerto Rico

Retired Centers for Disease Control Medical Epidemiologist

Adjunct Associate Professor of Epidemiology and Biostatistics
Graduate School of Public Health, Medical Sciences Campus
University of Puerto Rico

COVID-19 PR

Logros de salud publica

The outcome of successful prevention is a non-event.

-Erik Allander and B. I. B. Lindahl. Scandinavian Journal of Social Medicine
Vol. 25, No. 3 (September 1997), pp. 145-148

El éxito de la prevención se logra cuando un suceso de impacto significativo y con probabilidad de ocurrir no ocurre, cosa que pocas veces llama la atención de los medios de comunicación. Por eso, la relevancia de esta reseña. -JB


Los mayores logros de salud pública del siglo 21

Por Evan Comen

junio 23, 2022

Si bien los Estados Unidos han enfrentado desafíos extremos para la salud pública en los últimos años, las últimas dos décadas también han sido testigos de logros notables en el campo, lo que colectivamente ha resultado en millones de vidas salvadas y un aumento general en la esperanza de vida.

Para determinar los 10 mayores logros de salud pública del siglo 21, 24/7 Tempo revisó los datos de los Centros para el Control de Enfermedades y varias revistas científicas que cuantifican los efectos de las iniciativas de salud pública desde 2000. Cuando se disponía de estimaciones, los logros se clasificaron según el número de vidas salvadas.

Muchos de los principales logros de las últimas dos décadas son los rendimientos de las inversiones en salud pública realizadas por primera vez a mediados del siglo 20. Las iniciativas federales para mejorar la seguridad ocupacional, por ejemplo, comenzaron en gran medida en 1970 con la creación de la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional, que continúa protegiendo a los trabajadores de los peligros modernos en el lugar de trabajo con nuevos estándares federales en la actualidad. (A pesar de los esfuerzos federales, estos siguen siendo los trabajos más peligrosos en Estados Unidos).

Del mismo modo, el siglo 21 ha visto reducciones marcadas en la tasa de mortalidad en vehículos motorizados, en parte el resultado de las muchas Normas Federales de Seguridad de Vehículos Motorizados establecidas por la Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras desde su creación en 1970.

Otros logros de salud pública del siglo 21 pertenecen únicamente a las últimas dos décadas. El aumento en la cobertura de atención médica, por ejemplo, es en gran parte producto de la expansión de Medicaid que entró en vigencia en 2014 como una disposición de la Ley de Cuidado de Salud a Bajo Costo. Del mismo modo, los muchos avances en la investigación que han impulsado la tasa de curación de la hepatitis C de menos del 10% en la década de 1990 a más del 90% en la actualidad ocurrieron en los últimos 20 años.

1. Prevención de enfermedades del corazón
> Estadística notable: una disminución del 39,8% en la tasa de mortalidad por enfermedad cardiovascular

2. Control del tabaco
> Estadística notable: Millones de muertes prevenidas

3. Seguridad en el trabajo
> Estadística notable: Más de 618.000 vidas de trabajadores salvadas desde 1970

4. Tratamiento del cáncer
> Estadística notable: Una disminución del 27.6% en la tasa de mortalidad por cáncer de 2000 a 2020.

5. Tratamiento de la hepatitis C
> Estadística notable: cientos de miles de vidas por salvar

Cuando la hepatitis C se descubrió por primera vez en 1989, la enfermedad se consideraba incurable. Si bien el primer tratamiento fue aprobado en 1991, la tasa de curación fue solo del 6%. La hepatitis C aumentó rápidamente en prevalencia, y en 2014 fue la causa de muerte de 19,659 estadounidenses, la mayor cantidad de cualquier enfermedad infecciosa en ese momento. En los últimos años, sin embargo, los esfuerzos de detección han mejorado dramáticamente, y se han desarrollado una serie de medicamentos mucho más efectivos. Hoy en día, el 90% de los pacientes con la forma más común de hepatitis C pueden esperar curarse en menos de ocho semanas desde el inicio del tratamiento. Un estudio reciente publicado en la revista Advances in Therapy proyecta que la enfermedad se eliminará efectivamente en los Estados Unidos para 2037, salvando cientos de miles de vidas.

6. Vacuna contra la COVID-19
> Estadística notable: 240.000 vidas salvadas en el primer semestre de 2021

7. Seguridad de los vehículos de motor
> Estadística notable: Se estima que se han salvado 165,000 vidas desde 2000

8. Control del VIH
> Estadística notable:
Más de 136.000 muertes menos por VIH

9. Cobertura de seguro de salud
> Estadística notable: Se estima que se salvan 19,000 vidas debido a la cobertura bajo la Ley del Cuidado de Salud a Bajo Costo.

10. Prevención de la exposición al plomo
> Estadística notable: Más de 1.4 millones menos de niños con niveles elevados de plomo en la sangre

Fuente: 247tempo.com/greatest-public-health-achievements-of-the-21st-century/


COVID-19 PR

Muertes prevenibles

Estados Unidos tiene un problema de exceso de mortalidad, incluso antes de la pandemia.

El 50% del exceso de muertes en los Estados Unidos ocurre en personas entre las edades de 15 y 64 años. Sabemos que, entre las personas de 1 a 44 años, más estadounidenses mueren por lesiones y violencia, como accidentes automovilísticos, suicidios u homicidios, que por cualquier otra causa, incluido el cáncer, el VIH o la gripe. Esto hace que las lesiones y la violencia sean la principal causa de muerte en este grupo etario.

El exceso de muertes también es un porcentaje preocupante del total de muertes. En 2017, el 17% del total de muertes en los Estados Unidos podría considerarse “exceso”. En 2021, ese número se había duplicado al 35%. Casi 900,000 personas en los Estados Unidos murieron en 2021 que tal vez se pudieron prevenir.

El exceso de muertes asociadas a COVID solo explica alrededor del 50% del exceso que vemos en 2021. El resto refleja algo aún más preocupante: un deterioro letal de la salud, quizás exacerbado por la pandemia, pero no debido al virus en sí.

Algunos estarán en desacuerdo con el uso de números europeos cuando se aplican a los estadounidenses. Después de todo, Europa tiene, en general, un sólido servicio de salud pública, medicina socializada y atención médica que no corre el riesgo de llevar a la bancarrota a sus ciudadanos. ¿Cómo podemos comparar los resultados estadounidenses con un lugar como ése, verdad?

F. Perry Wilson, MD, MSCE, associate professor of medicine and director of Yale’s Clinical and Translational Research Accelerator.

Fuente: https://www.medscape.com/viewarticle/989530


La ironía del comentario de Dr. Wilson es evidente: no hay peor ciego que quien no quiere ver.

Las muertes asociadas al acceso indiscriminado de armas —rifles de guerra, en particular— son un componente significativo del exceso de mortalidad y, aún así, los estadounidenses persisten en su idolatría fálica del rifle. Arguyen que es sólo un vector, que un vector no mata, sino el asesino. Igual podría decirse de los mosquitos vectores de viruses letales. El sentido común universal —tanto estadounidense como europeo— indica que es necesario controlar a los mosquitos que transportan a los víruses asesinos, como el odio.

Más preocupante aún —para la salud política de la democracia estadounidense— es el propósito ulterior de algunos: la insurrección armada y una inminente guerra civil. Las consecuencias tendrían repercusiones mundiales.

La guerra es una enfermedad letal prevenible. La paz es un estado de salud y de bienestar. Vivamos en salud, sin odios ni armas de guerra.

https://news.un.org/en/story/2018/05/1009082

  • Health care spending, both per person and as a share of GDP, continues to be far higher in the United States than in other high-income countries. Yet the U.S. is the only country that doesn’t have universal health coverage.
  • The U.S. has the lowest life expectancy at birth, the highest death rates for avoidable or treatable conditions, the highest maternal and infant mortality, and among the highest suicide rates.
  • The U.S. has the highest rate of people with multiple chronic conditions and an obesity rate nearly twice the OECD average.
  • Americans see physicians less often than people in most other countries and have among the lowest rate of practicing physicians and hospital beds per 1,000 population.
  • Screening rates for breast and colorectal cancer and vaccination for flu in the U.S. are among the highest, but COVID-19 vaccination trails many nations.

U.S. Health Care from a Global Perspective, 2022:
Accelerating Spending, Worsening Outcomes


José Becerra, MD, MPH, FACPM
Atlanta, GA and San Juan, Puerto Rico

Retired Centers for Disease Control Medical Epidemiologist

Adjunct Associate Professor of Epidemiology and Biostatistics
Graduate School of Public Health, Medical Sciences Campus
University of Puerto Rico

COVID-19 PR

Lecciones de la pandemia

A tres años de la pandemia, hace bien el editorial del 20 de marzo de El Nuevo Día en reconocer que «Los trabajadores de la salud, sumamente expuestos al contagio, demostraron un compromiso y profesionalismo que salvó muchas vidas.»

Sin embargo, ausente queda la autocrítica de la prensa en el cumplimiento de su deber social de informar, no como un interés corporativo comercial, sino como comunicadores fiables de información científica durante una emergencia de salud pública en una sociedad democrática. La prensa debe ratificar su compromiso con la verdad, aunque la verdad no venda.

No hay más que repasar los titulares de la prensa durante la pandemia —incluyendo a El Nuevo Día— para detectar una agenda alarmista afín con sus intereses corporativos de venta, una agenda más propia de prensa amarillista. La selección de «expertos» confirman un sesgo editorial necesitado de autocrítica. Denominaron «doctores» a estudiantes graduados excesivamente remunerados; sobrevaloraron la opinión de estadísticos sin peritaje epidemiológico —que ya nos habían fallado con proyecciones erradas en Maria— que nunca reconocen su error cuando sus proyecciones alarmistas no se cumplen; dieron prominencia a fuentes fatulas —como los defuntos cosacos— para socavar la credibilidad de las cifras oficiales de las estadísticas de salud. La agenda de socavar la confianza de la opinión pública en las cifras oficiales y contrastadas del DS es una amenaza contra la seguridad de todo un pueblo.

Personalmente, fui un trabajador de la salud «expuesto al contagio», pero también a uno distinto al de COVID-19. Me refiero al contagio del servidor público de carrera —a quien la prensa irreflexivamente considera «funcionario» de gobierno— contra quien la prensa se ensaña por aceptar la solicitud de asistencia técnica a un experimentado médico epidemiólogo que le hace un Secretario de Salud. Acepté esa encomienda bajo las condiciones de estricta autonomía científica, lealtad profesional sin lealtad partidista y sin recibir compensación económica alguna.

Todavía recuerdo la primera conferencia de prensa donde fue cuestionada la ¿ética? de mi contrato de servicios voluntarios.  Claro que no soy ni ingenuo ni ignorante de la realidad puertorriqueña. Otros han utilizado el subterfugio de servicios voluntarios para enriquecer a familiares y amigos. Y estaba muy consciente de la corrupción que empaña y ha empañado a la actual y a otras administraciones de turno. Sin embargo, como médico, debo atender a pacientes con putrefactas excreciones. En este caso, el paciente es la comunidad, el pueblo de Puerto Rico, no importa la putrefacta corrupción de la administración política de turno.  

Cuando yo defendía (y defiendo) las cifras oficiales y contrastadas del Departamento de Salud (DS), no lo hacía por encubrir datos ni por lavarle la cara al DS (como una vez irrespetuosamente me acusó un cosaco), sino porque me consta la integridad y el sacrificio de los servidores públicos de carrera en el DS que depuran las estadísticas oficiales. También lo hice y lo hago porque independientemente he confirmado la fiabilidad de esos datos, con todos los defectos que inevitablemente contiene todo banco de datos epidemiológicos según se completan y depuran. Mi experiencia con sistemas de vigilancia epidemiológica en EE.UU. e internacionalmente avalan esa opinión profesional.   

Tampoco soy ingenuo para negar que algún epidemiólogo funcionario de gobierno anteriormente haya intentado encubrir la realidad, como lo fueron los brotes de leptospirosis post-María y los inicios de la pandemia COVID-19 en Puerto Rico. El escepticismo de la prensa ante mi nueva gestión estuvo justificado, no así atribuirme lealtad partidista a la administración de turno. He trabajado con todas las administraciones, rojas y azules, y siempre he mantenido mi objetividad e integridad científica. Cuando se viola ese acuerdo profesional, lo denuncio, como así lo hice.

El editorial citado hace caso omiso de una cifra muy significativa: las defunciones por COVID-19 en PR han sido proporcionalmente mucho menor —casi 50% menor— que en el resto de las jurisdicciones estadounidenses. Eso no se debe a un subregistro diferencial. Ningún sistema de vigilancia epidemiológica es perfecto y en todos existen sesgos de selección y de información. Nuestros sistemas de vigilancia son comparables a los del resto del mundo.  Esa diferencia se debe a que en PR la demora inicial de reconocer el peligro de la pandemia no tuvo mayor consecuencia y fue sucedida por estrictos protocolos de medidas salubristas de distanciamiento social y, eventualmente, por una exitosa campaña masiva de vacunación, medidas de prevención que no se politizaron (como ocurrió en los EE.UU.). Como bien indica el editorial, Puerto Rico tiene una deuda de gratitud con los trabajadores de la salud, tanto en el sector público como en el privado, que por su sacrificado esfuerzo lograron prevenir tantas muertes. Aun así, duele ver como continúan muriendo adultos mayores que no han recibido o completado su ciclo de vacunación contra COVID-19. Y queda la pena del rezago académico producido por innecesarias clausuras de escuelas, resultado de: i) pautas generales de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) adoptadas irreflexivamente en PR, y ii) por dar mayor peso a opiniones de «expertos» alarmistas y de un grupo de jóvenes profesionales puertorriqueños —bien intencionados, pero inexpertos— a quienes se les entregó una responsabilidad ministerial que le correspondía al DS.                  

Ha sido muy alentador observar que periodistas recientemente acudan a las cifras oficiales y soliciten la opinión contrastada de expertos epidemiólogos del DS para informar la situación epidemiológica del país. ¡Enhorabuena! Estoy consciente de que los periodistas no determinan los titulares de sus noticias y que laboran en un entorno muy competitivo. A la inmensa mayoría de ellos y de ellas, mi más profundo respeto y agradecimiento por su gestión de servicio al pueblo de Puerto Rico.

Vivir alertas, pero no alarmados. Ese fue mi lema ante los medios de comunicación durante mi estancia en el DS. Así, cuando surja una verdadera alarma, será escuchada y creída, sin causar daño innecesario a la salud mental de todo un pueblo.


José Becerra, MD, MPH, FACPM
Atlanta, GA and San Juan, Puerto Rico

Retired Centers for Disease Control Medical Epidemiologist

Adjunct Associate Professor of Epidemiology and Biostatistics
Graduate School of Public Health, Medical Sciences Campus
University of Puerto Rico

COVID-19 PR

A oscuras

Imaginémonos que una persona colapse súbitamente, perdiendo la luz de la conciencia, y que al comenzar a recobrar la conciencia le digan que su colapso ha sido un éxito –y muy provechoso su amplia difusión internacional—porque se ha protegido a su cuerpo de mayor daño.

A preguntas del paciente (aquél que con paciencia espera), le responden que la causa fue una avería en una arteria (un “breaker”) que explotó internamente, bajándole la presión sanguínea (voltaje eléctrico), se fue en shock y se desplomó (apagón general). Y para que recobre cierta perspectiva, le recitan un poema: «No quisiera que una noche de nieve desluzca una primavera hermosa».

Debemos agradecer a los ingenieros y trabajadores que se han amanecido para restaurar el servicio a la brevedad posible. Así mismo, debemos denunciar a los gerentes incompetentes y a los políticos deshonestos que desprestigian su sacrificada labor.

Cierto, es un problema crónico: un sistema de generación, transmisión y distribución de energía eléctrica obsoleto, complicado por la corrupción, tanto administrativa como del liderato obrero. Sin embargo, cuando los problemas crónicos —como un carro viejo— se agudizan —como cuando frecuentemente se apaga— el conductor inteligente reacciona RACIONALMENTE. Y es aquí donde aplica el enfoque epidemiológico que sirve de misión a este blog.

El enfoque racional de la metodología epidemiológica consiste en la identificación de un problema, la intervención científica para mitigarlo, la evaluación de la eficacia y la efectividad de la intervención, y la redefinición del problema luego de la intervención. Ese ciclo se repite hasta contener, mitigar y erradicar el problema.

-CEPUR

No se pretende erradicar una condición crónica —como la diabetes— de un día para otro. Pero sí se pueden prevenir sus complicaciones. La palabra clave es PREVENCIÓN.

La prevención comienza con un buen sistema de monitoreo y mantenimiento. Las preguntas formuladas por la prensa son muy válidas: ¿quién inspeccionó —y cuándo— el fallido interruptor que la gerencia culpa del colapso del sistema? Si bien es cierto que un estudio definitivo de la(s) causa(s) requiere tiempo, esa información inmediata es vital y debe estar disponible con total transparencia, como una certificación visiblemente expuesta en un elevador o un certificado de inspección de un carro. No existe ninguna buena razón para ocultar tal información. Su ocultación le resta credibilidad a los portavoces de la operación de recuperación.

La ciudadanía debe tener libre acceso al monitoreo del progreso de la situación, como se ha hecho para la pandemia COVID-19. Dos métricas principales son:

  • la cantidad de abonados con y sin servicio eléctrico. Esta es una métrica manipulable a conveniencia, pues su validez depende del día, la hora y los relevos de carga. Se comunica por las cuentas de Twitter de @AEEONLIN, @GovPierluisi, @fortalezapr, @prsecgov y @lumaenergypr. Ninguna goza de la confianza de la ciudadanía en general; tampoco reportan regular y consistentemente.
  • la generación de energia, actualizada por medio de https://aeepr.com/es-pr/generación. Tampoco se actualiza regular y consistentemente.

Cuando se hacen proyecciones que no se cumplen, como las 12-24 horas para restaurar el servicio y el millón de abonados con servicio restaurado a la media noche, se pierde credibilidad en los portavoces y en la metodología utilizada para hacer proyecciones.

Ha ocurrido igual con ciertas proyecciones sobre COVID-19 que han resultado en falsas alarmas que posteriormente ni los académicos alarmistas, ni la prensa inescrupulosa, reconocen. Cuando no rige la honestidad y la transparencia en las comunicaciones —fundamental para un periodismo ético— inevitablemente se pierde la credibilidad y la confianza.

Quedar a oscuras es mucho mas que estar sin servicio eléctrico, aun reconociendo cuan vital es la electricidad en la sociedad moderna. Quedar a oscuras de información fiable, libre tanto de la propaganda oficialista como de las teorías de conspiración, es una carencia de una necesidad esencial de los ciudadanos en una sociedad en sana convivencia democrática.

¿Por cuánto tiempo quedaremos a oscuras, aun cuando se restablezca el servicio eléctrico?



José Becerra, MD, MPH, FACPM
Atlanta, GA and San Juan, Puerto Rico

Retired Centers for Disease Control Medical Epidemiologist

Adjunct Associate Professor of Epidemiology and Biostatistics
Graduate School of Public Health, Medical Sciences Campus
University of Puerto Rico

COVID-19 PR

Regreso a clases

Le he solicitado al Dr. Miguel Valencia Prado su opinión experta sobre el inminente comienzo de las clases presenciales en PR. Sus expresiones no necesariamente representan la postura del Departamento de Salud de PR sobre el tema, pero ciertamente es necesario beneficiarnos de su experiencia y sabiduría sobre un tema tan vital para Puerto Rico.



Su ponencia del 15 de octubre de 2021 sirve de trasfondo epidemiológico y ético para sus expresiones, validando su convicción —y la mía propia— de que las escuelas deben ser lo último que se cierra, y lo primero que se reabre, cuando son necesarias medidas de mitigación en una pandemia.

El Dr. Valencia apoya su convicción con una lógica epidemiológica impecable:

… la transmisión escolar refleja (pero no impulsa) la

transmisión comunitaria…

Dr. Miguel Valencia Prado

Recomendamos una cuidadosa lectura de esa excelente ponencia.



José Becerra, MD, MPH, FACPM
Atlanta, GA and San Juan, Puerto Rico

Retired Centers for Disease Control Medical Epidemiologist

Adjunct Associate Professor of Epidemiology and Biostatistics
Graduate School of Public Health, Medical Sciences Campus
University of Puerto Rico

COVID-19 PR

Los contagios van tocando techo

Actualmente en Puerto Rico, la tasa de positividad no es un buen indicador para monitorear la transmisión comunitaria del SARS-CoV-2 causante de la enfermedad COVID-19.

Epidemiológicamente, los contagios de una enfermedad infecciosa se producen cuando existe una población susceptible. La vacunación reduce el número de individuos susceptibles. Por tanto, no podemos interpretar la tasa de positividad –ya sesgada por las pruebas repetidas de un mismo individuo—como un índice fiable de la transmisión comunitaria de una enfermedad clínicamente grave [1] en una población altamente vacunada.

La incidencia de contagios representa un índice más fiable, aunque la depuración de «casos únicos» (no repetidos) tome de 24 a 48 horas en validarse. Los datos reportados al momento no siempre son los más fiables.  

Datos: DSPR; visualización JBecerra @cepur.info

Cuando se examina la curva epidemiológica de contagios únicos en Puerto Rico se puede discernir una deceleración del vertiginoso aumento reciente (dispar con la tasa de positividad) y hasta el asomo de una posible meseta que represente tanto el efecto de las recientes medidas de mitigación como un límite de la población susceptible a enfermar, todavía parcialmente o no vacunada.

El impacto de esa probable deceleración de contagios debe observarse en las hospitalizaciones en una semana o dos. Aun así, al ritmo actual, llegaremos a un censo diario de 1,000 hospitalizaciones de adultos por COVID-19 en aproximadamente 10 días. ¿Podrá el personal y los recursos del sistema sanitario sostener esa carga? ¿Por cuánto tiempo?

Datos: DSPR; visualización JBecerra @cepur.info

La deceleración de los contagios debe facilitar el comienzo de las clases presenciales en el sistema escolar con maestros, empleados y estudiantes vacunados, con protocolos robustos, en un ambiente seguro y alerta a los contagios. Las hospitalizaciones pediátricas por COVID-19 se han estabilizado y la mayoría ocurren en población prescolar (edad ≤ 4 años) todavía no apta para la vacunación.  

Datos: DSPR; visualización JBecerra @cepur.info

Nuestros niños y niñas, en particular aquellos con necesidades especiales– han sufrido rezagos académicos sustanciales como consecuencia de un sistema de vigilancia epidemiológica proclive a cerrar escuelas durante el año escolar 2020-2021. Las escuelas nunca debieron cerrarse siguiendo algoritmos implementados rígidamente.   

Cierto, la variante ómicron ha redefinido la susceptibilidad a la infección entre los vacunados (infecciones posvacunales o «breakthrough»), pero también ha redefinido la severidad de la enfermedad. [1]

Hasta que no se observe una reducción sustancial y sistemática de los contagios (curva epidémica de casos únicos) no se debe bajar la guardia respecto a las actuales medidas de mitigación. Sin embargo, haber llegado a un techo de contagios no sería indicación para aumentar las restricciones y ciertamente facilitará el comienzo de las clases presenciales.


[1] Durante esta pandemia, hemos denominado «caso» tanto a la infección por el virus SARS-CoV-2 como a la enfermedad clínica (COVID-19) causada por este virus. Es una definición epidemiológica correcta porque el propósito de la vigilancia epidemiológica es lanzar una red amplia que capture consistentemente el alcance general de un problema de salud pública. La alta proporción de infecciones asintomáticas requería que se capturasen todas las infecciones posibles para estimar el impacto de la transmisión comunitaria del virus en las hospitalizaciones y defunciones. 

La variante ómicron ha resaltado la diferencia entre infección y enfermedad ya que no exhibe la alta letalidad inicialmente asociada a la enfermedad COVID-19.  Esa nueva realidad epidemiológica debe incluirse en las proyecciones estadísticas, mejorando su valor predictivo al tomar decisiones que protejan al sistema sanitario, que minimicen el impacto de las necesarias medidas de mitigación en la economía y que prevengan enfermedad grave y defunciones por COVID-19.


José Becerra, MD, MPH, FACPM
Atlanta, GA and San Juan, Puerto Rico

Retired Centers for Disease Control Medical Epidemiologist

Adjunct Associate Professor of Epidemiology and Biostatistics
Graduate School of Public Health, Medical Sciences Campus
University of Puerto Rico