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COVID prolongado: 2025

Resumen del artículo “5 Long COVID Predictions for 2025 and Beyond” de Medscape:

El artículo, publicado el 21 de abril de 2025 por Sara Novak, explora el futuro del manejo y tratamiento del COVID prolongado, una condición que afecta aproximadamente al 8% de las personas que han tenido COVID-19 en Estados Unidos. A pesar de los avances en el reconocimiento de sus síntomas, aún no existen pruebas diagnósticas o tratamientos estándar para esta condición. Se destacan cinco predicciones clave para el futuro:

  1. Tratamientos más enfocados y mejorados:
    Gracias a una mayor comprensión de los mecanismos subyacentes—como los reservorios virales, el impacto en el microbioma intestinal y los efectos sobre las mitocondrias—se anticipa el desarrollo de terapias dirigidas, incluyendo combinaciones de antivirales y anticuerpos monoclonales, para erradicar la infección residual.
  2. Avances significativos con anticuerpos monoclonales:
    Se están llevando a cabo estudios, incluido un ensayo clínico a gran escala en UCSF, que evalúan si los anticuerpos monoclonales pueden aliviar rápidamente los síntomas del COVID prolongado, ofreciendo esperanza a muchos pacientes.
  3. Terapias antivirales en combinación:
    Aunque medicamentos como Paxlovid inicialmente mostraron poca eficacia, investigaciones recientes sugieren que, administrados en combinaciones y durante periodos prolongados, podrían reducir la carga viral de los reservorios en el cuerpo.
  4. Medicina de precisión basada en fenotipos:
    El reconocimiento de que el COVID prolongado abarca varios subtipos o fenómenos—diferenciados por síntomas como fatiga, alteraciones sensoriales o problemas respiratorios—motivará estudios que agrupen pacientes según su perfil clínico, permitiendo tratamientos más personalizados.
  5. Comprensión del comportamiento de nuevas cepas:
    La evidencia sugiere que las variantes más recientes de SARS-CoV-2 generan casos de COVID prolongado menos severos en comparación con las cepas iniciales; sin embargo, los expertos reconocen que aún persisten casos graves, lo que demanda mayor investigación.

El artículo también señala la preocupación de los expertos ante recortes en el financiamiento de la investigación, lo que comprometerá el avance en el diagnóstico y tratamiento del COVID prolongado.


La vacunación contra la COVID-19 ha demostrado proteger no solo contra la enfermedad severa, sino también reducir el riesgo de desarrollar síntomas persistentes o “COVID prolongada”. Diversos estudios indican que, en adultos, el riesgo de presentar efectos a largo plazo se reduce en aproximadamente un 27% en aquellos que estaban completamente vacunados antes de la infección .

En particular, las vacunas fueron inicialmente diseñadas utilizando las cepas originales del virus, lo que les permitió ofrecer una protección robusta contra formas graves de la enfermedad y, consecuentemente, disminuir las secuelas a largo plazo asociadas a esos primeros brotes. Aunque el virus ha evolucionado y han surgido nuevas variantes, la experiencia inicial con las vacunas destaca la importancia de la inmunización primaria para reforzar la respuesta del organismo y limitar complicaciones postinfecciosas .

Es fundamental mantenerse al día con los esquemas de vacunación recomendados, ya que la efectividad de la vacuna puede disminuir con el tiempo y se han desarrollado refuerzos para mejorar la protección frente a las nuevas variantes. Esta estrategia no solo protege la salud individual, sino que además ayuda a reducir la carga sobre los servicios sanitarios al disminuir la incidencia de síntomas prolongados y sus complicaciones.


José Becerra, MD, MPH, FACPM
Atlanta, GA and San Juan, Puerto Rico

Retired Centers for Disease Control Medical Epidemiologist

Adjunct Associate Professor of Epidemiology and Biostatistics
Graduate School of Public Health, Medical Sciences Campus
University of Puerto Rico

CDC, COVID-19, Pandemias

A Cinco Años de la Pandemia

La Salud Pública en la Encrucijada: Reflexiones a Cinco Años de la Pandemia de COVID-19

Han pasado cinco años desde que el mundo enfrentó una de las mayores crisis de salud pública de su historia reciente. La pandemia de COVID-19 no solo transformó la vida de miles de millones de personas, sino que también cambió de manera fundamental nuestra visión sobre la salud pública y cómo enfrentamos emergencias sanitarias. Aunque hemos avanzado en algunos frentes, el legado que dejó la pandemia está marcado por una inquietante tendencia a la privatización de la salud pública, y es hora de detenernos a reflexionar sobre sus implicaciones.

De lo Colectivo a lo Privado

Uno de los cambios más notables que surgieron durante la pandemia fue el paso de un enfoque de salud pública liderado por instituciones gubernamentales a un modelo ampliamente dominado por empresas privadas. El desarrollo y distribución de vacunas, tan crucial para controlar el virus, fueron liderados principalmente por corporaciones farmacéuticas. Si bien estos avances científicos fueron extraordinarios, el papel limitado de los gobiernos dejó expuestos problemas que aún persisten.

En muchas comunidades, obtener una cita para vacunarse se asemejaba a un juego de suerte lleno de frustraciones, dependiendo de sistemas de registro desorganizados gestionados por empresas privadas o asociaciones público-privadas con recursos desiguales. La recopilación y difusión de datos esenciales, una responsabilidad históricamente pública, también se trasladó a manos privadas. Universidades y medios independientes, como The Atlantic, asumieron funciones que anteriormente estaban bajo el control de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC). Esta fragmentación de responsabilidades sembró desconfianza en las instituciones públicas y desdibujó las líneas de lo que significa actuar bajo el interés colectivo.

Una Confianza Erosionada

El auge de voces no oficiales, desde «influencers» en redes sociales hasta propagadores de teorías de conspiración, exacerbó la crisis de información. La prensa comercial proclive al sensasionalismo —hasta el extremo de promover el “terrorismo mediático“— socavaba la confianza en las instituciones gubernamentales. Esto no solo complicó las decisiones individuales sobre vacunas o medidas preventivas, sino que también debilitó la confianza pública en la ciencia y en los organismos responsables. Ahora enfrentamos un panorama en el que figuras como presentadores de podcasts tienen, para algunos, la misma autoridad que expertos en epidemiología y en enfermedades infecciosas.

Esta erosión de confianza no es trivial. La desinformación no solo causa daños inmediatos, sino que dificulta aún más la implementación de medidas en futuros brotes. En un momento en el que deberíamos estar fortaleciendo nuestras instituciones de salud pública, algunas ya han sufrido recortes presupuestarios y reducciones en sus capacidades de investigación y respuesta.

El Costo de la Privatización de la Salud Pública

El modelo actual, con un marcado enfoque privado, presenta riesgos latentes. ¿Qué sucede cuando las decisiones vitales sobre vacunas, pruebas y vigilancia de enfermedades recaen en entidades que priorizan las ganancias? La falta de control público puede traducirse en acceso limitado a tratamientos, mayores costos para los pacientes y desigualdades que ponen en peligro la salud de comunidades enteras. Si dejamos la vigilancia de pandemias en manos de empresas tecnológicas o farmacéuticas, podríamos enfrentarnos a problemas de transparencia, conflictos de interés y desequilibrios en el acceso a la información crítica.

Un Llamado a Reflexionar

El enfoque actual de individualizar la salud, delegando gran parte de las responsabilidades al ámbito privado, es una receta para la desconexión y, eventualmente, el desastre. Tenemos que revalorar la salud pública como lo que realmente es: un bien común, un esfuerzo colectivo que no debe estar sujeto únicamente a las leyes del mercado.

Si aprendimos algo durante la pandemia de COVID-19, es que los logros más grandes, ya sea contener una enfermedad o movilizar una respuesta masiva, requieren de un compromiso profundo con el bienestar de todos. Esta es nuestra oportunidad de exigir un regreso a los principios de equidad, colaboración y responsabilidad colectiva. La construcción de un mundo más preparado y justo no es tarea de un solo sector o individuo, sino de todos nosotros juntos.

Volvamos a creer en la salud pública y en su capacidad para protegernos como sociedad. Porque en las crisis futuras, el poder de lo colectivo no solo será necesario, sino indispensable.

Fuente original (adaptado): NYT


CONSULTOR

José Becerra, MD, MPH, FACPM
Atlanta, GA and San Juan, Puerto Rico

Retired Centers for Disease Control Medical Epidemiologist

Adjunct Associate Professor of Epidemiology and Biostatistics
Graduate School of Public Health, Medical Sciences Campus
University of Puerto Rico

CDC

La próxima pandemia

Asisto a la Reunión Anual del Servicio de Inteligencia Epidemiológica (EIS, por sus siglas en inglés) de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) en Atlanta, Georgia desde el 1985 cuando ingresé a ese programa de entrenamiento en epidemiología práctica, luego de completar mis estudios postgrado de medicina en salud pública y epidemiología.

La Reunión Anual, siempre en la primavera, cuenta con un componente integral y prestigioso conocido como la Conferencia Langmuir. Nombrada en honor al Dr. Alexander D. Langmuir, el fundador del programa EIS en 1951 y una figura influyente en el campo de la epidemiología, esta serie de conferencias honra su legado.

El Dr. Langmuir era conocido por sus significativas contribuciones a la salud pública, particularmente en el establecimiento de métodos sistemáticos para la vigilancia epidemiológica y respuesta ante brotes de enfermedades. La conferencia que lleva su nombre refleja estos valores al enfocarse en temas vitales dentro de la epidemiología y la salud pública.

Cada año, un experto distinguido en el campo de la salud pública o epidemiología es invitado a impartir la Conferencia Langmuir. El ponente seleccionado discute sobre los problemas actuales, desafíos y avances en la lucha contra las enfermedades, ofreciendo perspectivas basadas en su investigación y experiencia. Esta conferencia no solo sirve como un tributo al impacto duradero del Dr. Langmuir en la salud pública, sino también como un foro para compartir conocimientos, iniciar discusiones e inspirar a la próxima generación de profesionales de la salud pública y epidemiólogos.

En la Conferencia Langmuir de este año 2024, el Dr. Atul Gawande presentó un análisis exhaustivo de la longevidad en los países y regiones del mundo. Como indicador principal recomendó el índice de mortalidad prematura (< 50 años de edad) como métrica internacional idónea para comparar el progreso del estado de salud en el mundo.  Países como Tailandia y Costa Rica han logrado avances en la longevidad comparables con los de Estados Unidos, pero con mucho menos recursos. Esto es debido a que, distinto a los Estados Unidos con su énfasis en la medicina especializada y un sistema de salud fragmentado, esos países han priorizado la atención médica primaria integrada a los servicios de salud comunitarios.

El compromiso ético de procurar el acceso universal a los servicios de salud me hizo recordar a otra figura prominente del EIS, el Dr. William Foege (EIS 1962), autor del libro “Fears of the Rich, Needs of the Poor.” El Dr. Foege es un epidemiólogo y experto en salud pública estadounidense altamente estimado, conocido principalmente por su papel crucial en el esfuerzo exitoso para erradicar la viruela durante la segunda mitad del siglo XX.

La viruela fue oficialmente declarada erradicada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) el 8 de mayo de 1980. Esta declaración marcó el fin de una larga y concertada campaña mundial de vacunación contra la enfermedad, haciendo de la viruela la primera y, hasta la fecha, la única enfermedad humana en ser erradicada por esfuerzos deliberados de intervención sanitaria. El éxito de esta campaña sigue siendo uno de los mayores logros en la historia de la salud pública.

Sirviendo como Director de los CDC de 1977 a 1983, el Dr. Foege ha sido instrumental en dar forma a las políticas e iniciativas de salud pública tanto en Estados Unidos como a nivel global. Sus estudiantes y colegas lo reconocemos por acuñar el concepto de “epidemiologia consecuente” (“consequential epidemiology”).

La epidemiología consecuente se refiere a la práctica de aplicar los principios y hallazgos epidemiológicos no solo para entender los problemas de salud sino para provocar cambios significativos y positivos en los resultados de salud pública. Foege, conocido por su enfoque innovador en salud pública, enfatiza la importancia de usar la epidemiología como una herramienta para la acción — una que debería llevar a intervenciones y políticas que tengan impactos reales y medibles en las comunidades y poblaciones.

Este concepto va más allá de la epidemiología tradicional, que a menudo se centra en identificar patrones, causas y efectos de las condiciones de salud y enfermedad en poblaciones específicas. La epidemiología consecuente utiliza este conocimiento para implementar soluciones prácticas y abogar por cambios que mejoren la salud pública a gran escala. Es un enfoque que demanda creatividad, pensamiento crítico y la voluntad de participar en la defensa de la salud pública y la formulación de políticas.

La perspectiva de Foege sobre la epidemiología consecuente muestra su creencia de que los profesionales de la salud pública no solo deben ser científicos, sino también defensores del cambio. Deben esforzarse por asegurar que su trabajo conduzca a mejoras tangibles en la salud y la vida de las personas. Su propia carrera, notablemente su liderazgo en el programa de erradicación de la viruela, ejemplifica cómo los conocimientos epidemiológicos pueden transformarse en exitosas estrategias globales de salud. Este enfoque ha influenciado a muchos en salud pública a pensar más ampliamente sobre su papel en la sociedad y el impacto que pueden lograr a través de su trabajo.

Durante su mandato como director de CDC, el Dr. Foege expandió el enfoque de la agencia para incluir un rango más amplio de problemas de salud pública, incluyendo enfermedades crónicas, ocupacionales, ambientales y discapacidades, sentando así las bases para el papel moderno de los CDC como líderes en la prevención y control tanto de enfermedades infecciosas como crónicas, incluyendo la prevención de la violencia.

Las contribuciones de Foege a la salud pública han sido reconocidas con numerosos premios y honores, incluyendo la Medalla Presidencial de la Libertad otorgada por el presidente Barack Obama en 2012. Su legado incluye no solo la erradicación de la viruela sino también avances significativos en la política de salud global, sistemas de entrega de vacunas, y el enfoque general hacia las crisis de salud pública.

En su Conferencia Langmuir del 2021, Dr. Foege expuso que, además del rigor metodológico inherente a la capacitación del científico académico, el objetivo principal del entrenamiento EIS se puede resumir en la frase: la capacitación ética en la ciencia y el arte del sentido común en su máxima expresión (“moral, creative common sense at its best”), un “sentido común” expresado en la profunda sencillez de numeradores precisos y denominadores apropiados para cuantificar —con validez— el impacto de un factor de riesgo que afecte la salud individual y colectiva. Foege toma de Thomas Huxley la idea de la ciencia como sentido común en su máxima expresión (“common sense at its best”), de Will Durant la idea de que el arte de una práctica la dota de creatividad, y de Francis Bacon la idea de que la ciencia, a pesar de su enorme potencial para expandir el conocimiento, carece de compás ético.

(2107) 2021 Alexander D. Langmuir Lecture by Former CDC Director William Foege – YouTube

[transcripción:  https://www.c-span.org/video/?512304-1/centers-disease-control-prevention-marks-70-years-detecting-diseases]

Al final de su ponencia, citando a Stephen Luby (EIS 1990), Dr. Foege alerta sobre el peligro para la humanidad de una ciencia amoral, brindando como ejemplos de inminentes amenazas de extinción de la humanidad: i) las armas nucleares, ii) el calentamiento global, iii) la biología sintética (genómica) y iv) la inteligencia artificial. Recordemos que la amenaza del bioterrorismo en los 1950s fue una razón importante para la creación del EIS en 1951.

Dr. Foege resume en cinco retos la situación del programa EIS y de los CDC para el 2021. Estos son: i) constancia en el triple objetivo de capacitación ética, creativa y científica; ii) el estudio de los determinantes sociales de la salud, con énfasis en la salud mental, como marco conceptual de la estrategia de prevención de morbilidad y mortalidad; iii) mayor énfasis en métricas de resultados que en métricas de procesos en la evaluación de la prestación de los servicios de salud; iv) prestar atención a los factores que pueden conducir a la humanidad a su propia extinción; y v) restaurar la confianza pública en los CDC luego de los embates por los bravucones (“bullies”) políticos que amordazaron a la institución, y por los salubristas que traicionaron los fundamentos de la buena práctica de salud pública, durante la pandemia COVID-19.

Se pregunta Dr. Foege en el 2021: ¿han perdido su norte los CDC? Nos recuerda que la misión de la institución que dirigió continúa vigente, esto es:  i) eliminar la mortalidad precoz (muertes prematuras), ii) eliminar el sufrimiento innecesario y iii) mejorar la calidad de vida de la población.

Dr. Foege, citando a Lincoln Steffens, dice sobre el 70 aniversario de la fundación del EIS en 2021: “El mejor libro no ha sido escrito. La mejor canción no ha sido cantada. Y el mejor poema está por venir.” Y también afirma,

“Lo mejor del EIS todavía no está escrito,
y la peor pandemia está por venir”.

Es esta observación y advertencia final la que motiva esta introducción a una serie de escritos sobre el tema al que alude el título de este ensayo: la próxima pandemia. ¿Estaremos preparados? ¿Hemos aprendido las lecciones de las previas?  

A pandemic agreement is within reach | Science

Entre los temas a tratarse en próximos ensayos se encuentran:


Iniciativa de Riesgos Existenciales

Según el Dr. Luby, algunos de los peligros más importantes para la humanidad incluyen el conflicto armado que involucra armas nucleares, el calentamiento global, así como el potencial de patógenos genéticamente modificados. Estas amenazas, entre otras, representan un espectro de desafíos que podrían poner en peligro la supervivencia humana, necesitando un enfoque multidisciplinario para la prevención y mitigación.

En particular, el riesgo planteado por las armas nucleares no solo involucra la destrucción inmediata que pueden causar, sino también los impactos ambientales y de salud a largo plazo. De manera similar, el calentamiento global amenaza con desestabilizar los sistemas naturales, llevando a eventos climáticos extremos, pérdida de biodiversidad y disrupciones en las cadenas de suministro de alimentos. Los patógenos genéticamente modificados, si bien prometen avances médicos, también representan riesgos de bioseguridad si son mal utilizados o liberados involuntariamente.

Las medidas preventivas y las prioridades de salud pública discutidas por el Dr. Luby subrayan la importancia de la cooperación global, la innovación científica y estrategias rigurosas de salud pública. Abordar estos riesgos existenciales requiere integrar la investigación científica con políticas públicas y compromiso comunitario, con el objetivo de mitigar amenazas potenciales antes de que escalen a puntos sin retorno.

Estos temas se están explorando más a fondo a través de iniciativas como la Iniciativa de Riesgos Existenciales de Stanford, que busca entender y mitigar los riesgos de extinción humana. Los esfuerzos implican investigación rigurosa, divulgación educativa y defensa de políticas, enfocándose en cómo proteger mejor el futuro de la humanidad frente a estos desafíos sin precedentes.

Dada la complejidad de estas amenazas y la naturaleza interconectada de nuestros sistemas globales, está claro que prevenir la extinción humana no es solo un empeño científico sino también un imperativo moral. El trabajo realizado por investigadores como el Dr. Luby y instituciones como la Universidad de Stanford destaca la importancia crítica de abordar los riesgos existenciales como una prioridad de salud pública integral.

  1. Stanford Existential Risks Initiative
  2. Preventing Human Extinction as a Public Health Priority
  3. Stanford Daily – Preventing Human Extinction ~ Planetary Health

José Becerra, MD, MPH, FACPM
Atlanta, GA and San Juan, Puerto Rico

Retired Centers for Disease Control Medical Epidemiologist

Adjunct Associate Professor of Epidemiology and Biostatistics
Graduate School of Public Health, Medical Sciences Campus
University of Puerto Rico