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La crisis demografica



Gráfico por Raúl Figueroa Rodríguez, https://miradademografica.com/

Hoy El Nuevo Día nos propone un tema acuciante de reflexión: la crisis demográfica.

Una hemorragia (migración negativa) sin cirugía (transformación radical del modelo económico) ni transfusión (nacimientos) resulta en la muerte del paciente.

CEPUR, 2023

La cifra de muertes indica un regreso a los años de la década del 1940 en Puerto Rico, pero sin la tasa de fecundidad de entonces.

No somos los únicos en el mundo que enfrentamos esta crisis. Auscultemos iniciativas de corto y largo alcance.



José Becerra, MD, MPH, FACPM
Atlanta, GA and San Juan, Puerto Rico

Retired Centers for Disease Control Medical Epidemiologist

Adjunct Associate Professor of Epidemiology and Biostatistics
Graduate School of Public Health, Medical Sciences Campus
University of Puerto Rico

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Logros de salud publica

The outcome of successful prevention is a non-event.

-Erik Allander and B. I. B. Lindahl. Scandinavian Journal of Social Medicine
Vol. 25, No. 3 (September 1997), pp. 145-148

El éxito de la prevención se logra cuando un suceso de impacto significativo y con probabilidad de ocurrir no ocurre, cosa que pocas veces llama la atención de los medios de comunicación. Por eso, la relevancia de esta reseña. -JB


Los mayores logros de salud pública del siglo 21

Por Evan Comen

junio 23, 2022

Si bien los Estados Unidos han enfrentado desafíos extremos para la salud pública en los últimos años, las últimas dos décadas también han sido testigos de logros notables en el campo, lo que colectivamente ha resultado en millones de vidas salvadas y un aumento general en la esperanza de vida.

Para determinar los 10 mayores logros de salud pública del siglo 21, 24/7 Tempo revisó los datos de los Centros para el Control de Enfermedades y varias revistas científicas que cuantifican los efectos de las iniciativas de salud pública desde 2000. Cuando se disponía de estimaciones, los logros se clasificaron según el número de vidas salvadas.

Muchos de los principales logros de las últimas dos décadas son los rendimientos de las inversiones en salud pública realizadas por primera vez a mediados del siglo 20. Las iniciativas federales para mejorar la seguridad ocupacional, por ejemplo, comenzaron en gran medida en 1970 con la creación de la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional, que continúa protegiendo a los trabajadores de los peligros modernos en el lugar de trabajo con nuevos estándares federales en la actualidad. (A pesar de los esfuerzos federales, estos siguen siendo los trabajos más peligrosos en Estados Unidos).

Del mismo modo, el siglo 21 ha visto reducciones marcadas en la tasa de mortalidad en vehículos motorizados, en parte el resultado de las muchas Normas Federales de Seguridad de Vehículos Motorizados establecidas por la Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras desde su creación en 1970.

Otros logros de salud pública del siglo 21 pertenecen únicamente a las últimas dos décadas. El aumento en la cobertura de atención médica, por ejemplo, es en gran parte producto de la expansión de Medicaid que entró en vigencia en 2014 como una disposición de la Ley de Cuidado de Salud a Bajo Costo. Del mismo modo, los muchos avances en la investigación que han impulsado la tasa de curación de la hepatitis C de menos del 10% en la década de 1990 a más del 90% en la actualidad ocurrieron en los últimos 20 años.

1. Prevención de enfermedades del corazón
> Estadística notable: una disminución del 39,8% en la tasa de mortalidad por enfermedad cardiovascular

2. Control del tabaco
> Estadística notable: Millones de muertes prevenidas

3. Seguridad en el trabajo
> Estadística notable: Más de 618.000 vidas de trabajadores salvadas desde 1970

4. Tratamiento del cáncer
> Estadística notable: Una disminución del 27.6% en la tasa de mortalidad por cáncer de 2000 a 2020.

5. Tratamiento de la hepatitis C
> Estadística notable: cientos de miles de vidas por salvar

Cuando la hepatitis C se descubrió por primera vez en 1989, la enfermedad se consideraba incurable. Si bien el primer tratamiento fue aprobado en 1991, la tasa de curación fue solo del 6%. La hepatitis C aumentó rápidamente en prevalencia, y en 2014 fue la causa de muerte de 19,659 estadounidenses, la mayor cantidad de cualquier enfermedad infecciosa en ese momento. En los últimos años, sin embargo, los esfuerzos de detección han mejorado dramáticamente, y se han desarrollado una serie de medicamentos mucho más efectivos. Hoy en día, el 90% de los pacientes con la forma más común de hepatitis C pueden esperar curarse en menos de ocho semanas desde el inicio del tratamiento. Un estudio reciente publicado en la revista Advances in Therapy proyecta que la enfermedad se eliminará efectivamente en los Estados Unidos para 2037, salvando cientos de miles de vidas.

6. Vacuna contra la COVID-19
> Estadística notable: 240.000 vidas salvadas en el primer semestre de 2021

7. Seguridad de los vehículos de motor
> Estadística notable: Se estima que se han salvado 165,000 vidas desde 2000

8. Control del VIH
> Estadística notable:
Más de 136.000 muertes menos por VIH

9. Cobertura de seguro de salud
> Estadística notable: Se estima que se salvan 19,000 vidas debido a la cobertura bajo la Ley del Cuidado de Salud a Bajo Costo.

10. Prevención de la exposición al plomo
> Estadística notable: Más de 1.4 millones menos de niños con niveles elevados de plomo en la sangre

Fuente: 247tempo.com/greatest-public-health-achievements-of-the-21st-century/


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Muertes prevenibles

Estados Unidos tiene un problema de exceso de mortalidad, incluso antes de la pandemia.

El 50% del exceso de muertes en los Estados Unidos ocurre en personas entre las edades de 15 y 64 años. Sabemos que, entre las personas de 1 a 44 años, más estadounidenses mueren por lesiones y violencia, como accidentes automovilísticos, suicidios u homicidios, que por cualquier otra causa, incluido el cáncer, el VIH o la gripe. Esto hace que las lesiones y la violencia sean la principal causa de muerte en este grupo etario.

El exceso de muertes también es un porcentaje preocupante del total de muertes. En 2017, el 17% del total de muertes en los Estados Unidos podría considerarse “exceso”. En 2021, ese número se había duplicado al 35%. Casi 900,000 personas en los Estados Unidos murieron en 2021 que tal vez se pudieron prevenir.

El exceso de muertes asociadas a COVID solo explica alrededor del 50% del exceso que vemos en 2021. El resto refleja algo aún más preocupante: un deterioro letal de la salud, quizás exacerbado por la pandemia, pero no debido al virus en sí.

Algunos estarán en desacuerdo con el uso de números europeos cuando se aplican a los estadounidenses. Después de todo, Europa tiene, en general, un sólido servicio de salud pública, medicina socializada y atención médica que no corre el riesgo de llevar a la bancarrota a sus ciudadanos. ¿Cómo podemos comparar los resultados estadounidenses con un lugar como ése, verdad?

F. Perry Wilson, MD, MSCE, associate professor of medicine and director of Yale’s Clinical and Translational Research Accelerator.

Fuente: https://www.medscape.com/viewarticle/989530


La ironía del comentario de Dr. Wilson es evidente: no hay peor ciego que quien no quiere ver.

Las muertes asociadas al acceso indiscriminado de armas —rifles de guerra, en particular— son un componente significativo del exceso de mortalidad y, aún así, los estadounidenses persisten en su idolatría fálica del rifle. Arguyen que es sólo un vector, que un vector no mata, sino el asesino. Igual podría decirse de los mosquitos vectores de viruses letales. El sentido común universal —tanto estadounidense como europeo— indica que es necesario controlar a los mosquitos que transportan a los víruses asesinos, como el odio.

Más preocupante aún —para la salud política de la democracia estadounidense— es el propósito ulterior de algunos: la insurrección armada y una inminente guerra civil. Las consecuencias tendrían repercusiones mundiales.

La guerra es una enfermedad letal prevenible. La paz es un estado de salud y de bienestar. Vivamos en salud, sin odios ni armas de guerra.

https://news.un.org/en/story/2018/05/1009082

  • Health care spending, both per person and as a share of GDP, continues to be far higher in the United States than in other high-income countries. Yet the U.S. is the only country that doesn’t have universal health coverage.
  • The U.S. has the lowest life expectancy at birth, the highest death rates for avoidable or treatable conditions, the highest maternal and infant mortality, and among the highest suicide rates.
  • The U.S. has the highest rate of people with multiple chronic conditions and an obesity rate nearly twice the OECD average.
  • Americans see physicians less often than people in most other countries and have among the lowest rate of practicing physicians and hospital beds per 1,000 population.
  • Screening rates for breast and colorectal cancer and vaccination for flu in the U.S. are among the highest, but COVID-19 vaccination trails many nations.

U.S. Health Care from a Global Perspective, 2022:
Accelerating Spending, Worsening Outcomes


José Becerra, MD, MPH, FACPM
Atlanta, GA and San Juan, Puerto Rico

Retired Centers for Disease Control Medical Epidemiologist

Adjunct Associate Professor of Epidemiology and Biostatistics
Graduate School of Public Health, Medical Sciences Campus
University of Puerto Rico

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Lecciones de la pandemia

A tres años de la pandemia, hace bien el editorial del 20 de marzo de El Nuevo Día en reconocer que «Los trabajadores de la salud, sumamente expuestos al contagio, demostraron un compromiso y profesionalismo que salvó muchas vidas.»

Sin embargo, ausente queda la autocrítica de la prensa en el cumplimiento de su deber social de informar, no como un interés corporativo comercial, sino como comunicadores fiables de información científica durante una emergencia de salud pública en una sociedad democrática. La prensa debe ratificar su compromiso con la verdad, aunque la verdad no venda.

No hay más que repasar los titulares de la prensa durante la pandemia —incluyendo a El Nuevo Día— para detectar una agenda alarmista afín con sus intereses corporativos de venta, una agenda más propia de prensa amarillista. La selección de «expertos» confirman un sesgo editorial necesitado de autocrítica. Denominaron «doctores» a estudiantes graduados excesivamente remunerados; sobrevaloraron la opinión de estadísticos sin peritaje epidemiológico —que ya nos habían fallado con proyecciones erradas en Maria— que nunca reconocen su error cuando sus proyecciones alarmistas no se cumplen; dieron prominencia a fuentes fatulas —como los defuntos cosacos— para socavar la credibilidad de las cifras oficiales de las estadísticas de salud. La agenda de socavar la confianza de la opinión pública en las cifras oficiales y contrastadas del DS es una amenaza contra la seguridad de todo un pueblo.

Personalmente, fui un trabajador de la salud «expuesto al contagio», pero también a uno distinto al de COVID-19. Me refiero al contagio del servidor público de carrera —a quien la prensa irreflexivamente considera «funcionario» de gobierno— contra quien la prensa se ensaña por aceptar la solicitud de asistencia técnica a un experimentado médico epidemiólogo que le hace un Secretario de Salud. Acepté esa encomienda bajo las condiciones de estricta autonomía científica, lealtad profesional sin lealtad partidista y sin recibir compensación económica alguna.

Todavía recuerdo la primera conferencia de prensa donde fue cuestionada la ¿ética? de mi contrato de servicios voluntarios.  Claro que no soy ni ingenuo ni ignorante de la realidad puertorriqueña. Otros han utilizado el subterfugio de servicios voluntarios para enriquecer a familiares y amigos. Y estaba muy consciente de la corrupción que empaña y ha empañado a la actual y a otras administraciones de turno. Sin embargo, como médico, debo atender a pacientes con putrefactas excreciones. En este caso, el paciente es la comunidad, el pueblo de Puerto Rico, no importa la putrefacta corrupción de la administración política de turno.  

Cuando yo defendía (y defiendo) las cifras oficiales y contrastadas del Departamento de Salud (DS), no lo hacía por encubrir datos ni por lavarle la cara al DS (como una vez irrespetuosamente me acusó un cosaco), sino porque me consta la integridad y el sacrificio de los servidores públicos de carrera en el DS que depuran las estadísticas oficiales. También lo hice y lo hago porque independientemente he confirmado la fiabilidad de esos datos, con todos los defectos que inevitablemente contiene todo banco de datos epidemiológicos según se completan y depuran. Mi experiencia con sistemas de vigilancia epidemiológica en EE.UU. e internacionalmente avalan esa opinión profesional.   

Tampoco soy ingenuo para negar que algún epidemiólogo funcionario de gobierno anteriormente haya intentado encubrir la realidad, como lo fueron los brotes de leptospirosis post-María y los inicios de la pandemia COVID-19 en Puerto Rico. El escepticismo de la prensa ante mi nueva gestión estuvo justificado, no así atribuirme lealtad partidista a la administración de turno. He trabajado con todas las administraciones, rojas y azules, y siempre he mantenido mi objetividad e integridad científica. Cuando se viola ese acuerdo profesional, lo denuncio, como así lo hice.

El editorial citado hace caso omiso de una cifra muy significativa: las defunciones por COVID-19 en PR han sido proporcionalmente mucho menor —casi 50% menor— que en el resto de las jurisdicciones estadounidenses. Eso no se debe a un subregistro diferencial. Ningún sistema de vigilancia epidemiológica es perfecto y en todos existen sesgos de selección y de información. Nuestros sistemas de vigilancia son comparables a los del resto del mundo.  Esa diferencia se debe a que en PR la demora inicial de reconocer el peligro de la pandemia no tuvo mayor consecuencia y fue sucedida por estrictos protocolos de medidas salubristas de distanciamiento social y, eventualmente, por una exitosa campaña masiva de vacunación, medidas de prevención que no se politizaron (como ocurrió en los EE.UU.). Como bien indica el editorial, Puerto Rico tiene una deuda de gratitud con los trabajadores de la salud, tanto en el sector público como en el privado, que por su sacrificado esfuerzo lograron prevenir tantas muertes. Aun así, duele ver como continúan muriendo adultos mayores que no han recibido o completado su ciclo de vacunación contra COVID-19. Y queda la pena del rezago académico producido por innecesarias clausuras de escuelas, resultado de: i) pautas generales de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) adoptadas irreflexivamente en PR, y ii) por dar mayor peso a opiniones de «expertos» alarmistas y de un grupo de jóvenes profesionales puertorriqueños —bien intencionados, pero inexpertos— a quienes se les entregó una responsabilidad ministerial que le correspondía al DS.                  

Ha sido muy alentador observar que periodistas recientemente acudan a las cifras oficiales y soliciten la opinión contrastada de expertos epidemiólogos del DS para informar la situación epidemiológica del país. ¡Enhorabuena! Estoy consciente de que los periodistas no determinan los titulares de sus noticias y que laboran en un entorno muy competitivo. A la inmensa mayoría de ellos y de ellas, mi más profundo respeto y agradecimiento por su gestión de servicio al pueblo de Puerto Rico.

Vivir alertas, pero no alarmados. Ese fue mi lema ante los medios de comunicación durante mi estancia en el DS. Así, cuando surja una verdadera alarma, será escuchada y creída, sin causar daño innecesario a la salud mental de todo un pueblo.


José Becerra, MD, MPH, FACPM
Atlanta, GA and San Juan, Puerto Rico

Retired Centers for Disease Control Medical Epidemiologist

Adjunct Associate Professor of Epidemiology and Biostatistics
Graduate School of Public Health, Medical Sciences Campus
University of Puerto Rico

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A oscuras

Imaginémonos que una persona colapse súbitamente, perdiendo la luz de la conciencia, y que al comenzar a recobrar la conciencia le digan que su colapso ha sido un éxito –y muy provechoso su amplia difusión internacional—porque se ha protegido a su cuerpo de mayor daño.

A preguntas del paciente (aquél que con paciencia espera), le responden que la causa fue una avería en una arteria (un “breaker”) que explotó internamente, bajándole la presión sanguínea (voltaje eléctrico), se fue en shock y se desplomó (apagón general). Y para que recobre cierta perspectiva, le recitan un poema: «No quisiera que una noche de nieve desluzca una primavera hermosa».

Debemos agradecer a los ingenieros y trabajadores que se han amanecido para restaurar el servicio a la brevedad posible. Así mismo, debemos denunciar a los gerentes incompetentes y a los políticos deshonestos que desprestigian su sacrificada labor.

Cierto, es un problema crónico: un sistema de generación, transmisión y distribución de energía eléctrica obsoleto, complicado por la corrupción, tanto administrativa como del liderato obrero. Sin embargo, cuando los problemas crónicos —como un carro viejo— se agudizan —como cuando frecuentemente se apaga— el conductor inteligente reacciona RACIONALMENTE. Y es aquí donde aplica el enfoque epidemiológico que sirve de misión a este blog.

El enfoque racional de la metodología epidemiológica consiste en la identificación de un problema, la intervención científica para mitigarlo, la evaluación de la eficacia y la efectividad de la intervención, y la redefinición del problema luego de la intervención. Ese ciclo se repite hasta contener, mitigar y erradicar el problema.

-CEPUR

No se pretende erradicar una condición crónica —como la diabetes— de un día para otro. Pero sí se pueden prevenir sus complicaciones. La palabra clave es PREVENCIÓN.

La prevención comienza con un buen sistema de monitoreo y mantenimiento. Las preguntas formuladas por la prensa son muy válidas: ¿quién inspeccionó —y cuándo— el fallido interruptor que la gerencia culpa del colapso del sistema? Si bien es cierto que un estudio definitivo de la(s) causa(s) requiere tiempo, esa información inmediata es vital y debe estar disponible con total transparencia, como una certificación visiblemente expuesta en un elevador o un certificado de inspección de un carro. No existe ninguna buena razón para ocultar tal información. Su ocultación le resta credibilidad a los portavoces de la operación de recuperación.

La ciudadanía debe tener libre acceso al monitoreo del progreso de la situación, como se ha hecho para la pandemia COVID-19. Dos métricas principales son:

  • la cantidad de abonados con y sin servicio eléctrico. Esta es una métrica manipulable a conveniencia, pues su validez depende del día, la hora y los relevos de carga. Se comunica por las cuentas de Twitter de @AEEONLIN, @GovPierluisi, @fortalezapr, @prsecgov y @lumaenergypr. Ninguna goza de la confianza de la ciudadanía en general; tampoco reportan regular y consistentemente.
  • la generación de energia, actualizada por medio de https://aeepr.com/es-pr/generación. Tampoco se actualiza regular y consistentemente.

Cuando se hacen proyecciones que no se cumplen, como las 12-24 horas para restaurar el servicio y el millón de abonados con servicio restaurado a la media noche, se pierde credibilidad en los portavoces y en la metodología utilizada para hacer proyecciones.

Ha ocurrido igual con ciertas proyecciones sobre COVID-19 que han resultado en falsas alarmas que posteriormente ni los académicos alarmistas, ni la prensa inescrupulosa, reconocen. Cuando no rige la honestidad y la transparencia en las comunicaciones —fundamental para un periodismo ético— inevitablemente se pierde la credibilidad y la confianza.

Quedar a oscuras es mucho mas que estar sin servicio eléctrico, aun reconociendo cuan vital es la electricidad en la sociedad moderna. Quedar a oscuras de información fiable, libre tanto de la propaganda oficialista como de las teorías de conspiración, es una carencia de una necesidad esencial de los ciudadanos en una sociedad en sana convivencia democrática.

¿Por cuánto tiempo quedaremos a oscuras, aun cuando se restablezca el servicio eléctrico?



José Becerra, MD, MPH, FACPM
Atlanta, GA and San Juan, Puerto Rico

Retired Centers for Disease Control Medical Epidemiologist

Adjunct Associate Professor of Epidemiology and Biostatistics
Graduate School of Public Health, Medical Sciences Campus
University of Puerto Rico

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Regreso a clases

Le he solicitado al Dr. Miguel Valencia Prado su opinión experta sobre el inminente comienzo de las clases presenciales en PR. Sus expresiones no necesariamente representan la postura del Departamento de Salud de PR sobre el tema, pero ciertamente es necesario beneficiarnos de su experiencia y sabiduría sobre un tema tan vital para Puerto Rico.



Su ponencia del 15 de octubre de 2021 sirve de trasfondo epidemiológico y ético para sus expresiones, validando su convicción —y la mía propia— de que las escuelas deben ser lo último que se cierra, y lo primero que se reabre, cuando son necesarias medidas de mitigación en una pandemia.

El Dr. Valencia apoya su convicción con una lógica epidemiológica impecable:

… la transmisión escolar refleja (pero no impulsa) la

transmisión comunitaria…

Dr. Miguel Valencia Prado

Recomendamos una cuidadosa lectura de esa excelente ponencia.



José Becerra, MD, MPH, FACPM
Atlanta, GA and San Juan, Puerto Rico

Retired Centers for Disease Control Medical Epidemiologist

Adjunct Associate Professor of Epidemiology and Biostatistics
Graduate School of Public Health, Medical Sciences Campus
University of Puerto Rico

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Los contagios van tocando techo

Actualmente en Puerto Rico, la tasa de positividad no es un buen indicador para monitorear la transmisión comunitaria del SARS-CoV-2 causante de la enfermedad COVID-19.

Epidemiológicamente, los contagios de una enfermedad infecciosa se producen cuando existe una población susceptible. La vacunación reduce el número de individuos susceptibles. Por tanto, no podemos interpretar la tasa de positividad –ya sesgada por las pruebas repetidas de un mismo individuo—como un índice fiable de la transmisión comunitaria de una enfermedad clínicamente grave [1] en una población altamente vacunada.

La incidencia de contagios representa un índice más fiable, aunque la depuración de «casos únicos» (no repetidos) tome de 24 a 48 horas en validarse. Los datos reportados al momento no siempre son los más fiables.  

Datos: DSPR; visualización JBecerra @cepur.info

Cuando se examina la curva epidemiológica de contagios únicos en Puerto Rico se puede discernir una deceleración del vertiginoso aumento reciente (dispar con la tasa de positividad) y hasta el asomo de una posible meseta que represente tanto el efecto de las recientes medidas de mitigación como un límite de la población susceptible a enfermar, todavía parcialmente o no vacunada.

El impacto de esa probable deceleración de contagios debe observarse en las hospitalizaciones en una semana o dos. Aun así, al ritmo actual, llegaremos a un censo diario de 1,000 hospitalizaciones de adultos por COVID-19 en aproximadamente 10 días. ¿Podrá el personal y los recursos del sistema sanitario sostener esa carga? ¿Por cuánto tiempo?

Datos: DSPR; visualización JBecerra @cepur.info

La deceleración de los contagios debe facilitar el comienzo de las clases presenciales en el sistema escolar con maestros, empleados y estudiantes vacunados, con protocolos robustos, en un ambiente seguro y alerta a los contagios. Las hospitalizaciones pediátricas por COVID-19 se han estabilizado y la mayoría ocurren en población prescolar (edad ≤ 4 años) todavía no apta para la vacunación.  

Datos: DSPR; visualización JBecerra @cepur.info

Nuestros niños y niñas, en particular aquellos con necesidades especiales– han sufrido rezagos académicos sustanciales como consecuencia de un sistema de vigilancia epidemiológica proclive a cerrar escuelas durante el año escolar 2020-2021. Las escuelas nunca debieron cerrarse siguiendo algoritmos implementados rígidamente.   

Cierto, la variante ómicron ha redefinido la susceptibilidad a la infección entre los vacunados (infecciones posvacunales o «breakthrough»), pero también ha redefinido la severidad de la enfermedad. [1]

Hasta que no se observe una reducción sustancial y sistemática de los contagios (curva epidémica de casos únicos) no se debe bajar la guardia respecto a las actuales medidas de mitigación. Sin embargo, haber llegado a un techo de contagios no sería indicación para aumentar las restricciones y ciertamente facilitará el comienzo de las clases presenciales.


[1] Durante esta pandemia, hemos denominado «caso» tanto a la infección por el virus SARS-CoV-2 como a la enfermedad clínica (COVID-19) causada por este virus. Es una definición epidemiológica correcta porque el propósito de la vigilancia epidemiológica es lanzar una red amplia que capture consistentemente el alcance general de un problema de salud pública. La alta proporción de infecciones asintomáticas requería que se capturasen todas las infecciones posibles para estimar el impacto de la transmisión comunitaria del virus en las hospitalizaciones y defunciones. 

La variante ómicron ha resaltado la diferencia entre infección y enfermedad ya que no exhibe la alta letalidad inicialmente asociada a la enfermedad COVID-19.  Esa nueva realidad epidemiológica debe incluirse en las proyecciones estadísticas, mejorando su valor predictivo al tomar decisiones que protejan al sistema sanitario, que minimicen el impacto de las necesarias medidas de mitigación en la economía y que prevengan enfermedad grave y defunciones por COVID-19.


José Becerra, MD, MPH, FACPM
Atlanta, GA and San Juan, Puerto Rico

Retired Centers for Disease Control Medical Epidemiologist

Adjunct Associate Professor of Epidemiology and Biostatistics
Graduate School of Public Health, Medical Sciences Campus
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El factor economico

Fuente: datos del DSPR; análisis preliminar por José Becerra

Nos encontramos ante un peligroso repunte de la pandemia COVID-19 debido a la nueva variante ómicron propagándose en PR. Las hospitalizaciones pediátricas por COVID-19 muestran un crecimiento exponencial, duplicándose cada 3-4 días. Las hospitalizaciones de adultos por COVID-19 también muestran un sostenido aumento exponencial.

Aunque la morbimortalidad asociada a la nueva variante aparenta ser menor relativa a otras variantes, debido a su muy alta transmisibilidad (índice de propagación Ro > 10), la magnitud absoluta de su impacto pone en peligro al frágil sistema sanitario (hospitales y personal sanitario) en PR, como ya lo ha hecho en otros lugares.

Aun cuando el riesgo de colapso del sistema sanitario se estime relativamente bajo, digamos 25%, ¿debemos apostar a proteger la economía, permitiendo una mayor propagación del virus mediante la reducción de las medidas de mitigación?

Podemos aproximarnos a una respuesta examinando el excelente análisis del economista José Caraballo Cueto y la epidemióloga matemática Maytee Cruz Aponte en su artículo «Balancing Fiscal and Mortality Impact of COVID-19 Mitigation Measurements» publicado en la revista Letters in Biomathematics  (Nov 2021). Ellos acertadamente dicen que «After simulating several scenarios, we conclude that herd immunity is the worst policy when considering human cost… These results reveal that it is always better to implement some distancing measures, even for a short period, than betting for herd immunity. These conclusions are held true if it is implemented relatively late».  

El análisis adolece de varias limitaciones. Cuando se sometió el manuscrito para revisión por pares en marzo del 2021 todavía las nuevas variantes (delta y ómicron) no estaban en el escenario, y apenas comenzaban los programas de vacunación. Esto afecta los parámetros epidemiológicos escogidos para el modelo (por ejemplo, periodo de incubación, virulencia, Ro) y hace necesario un análisis de sensibilidad de las proyecciones del modelo.  

Tampoco queda claro si el modelo, confeccionado para EE. UU., sea aplicable a la realidad económica puertorriqueña, dado que los costos y el sistema tributario son distintos. Particularmente, los autores alertan que «We acknowledge that our model may not be exported to developing countries where the lock-down can also result in deaths of individuals from starvation: given the low safety nets and salaries in many poor countries, lack of employment can severely reduce dietary intake resulting in other serious health-related issues or death. In that case, we recommend adding a death variable associated to forced unemployment. Such an approach exceeds the scope of this paper».

Sin embargo, es importante señalar que la tasa de mortalidad por COVID-19 (defunciones COVID-19 por 100,000 habitantes) ha sido significativamente menor en PR comparado con EE. UU., probablemente debido a la oportuna implementación de medidas de control y mitigación y al exitoso programa de vacunación en PR, logros no alcanzados en EE. UU. Este importante indicador avala las conclusiones del estudio realizado por Caraballo-Cueto y Cruz-Aponte.

Evidentemente, es necesario ponderar factores salubristas y económicos para controlar la pandemia. Hay que minimizar el riesgo de contagios, a la vez que se minimiza el impacto de las ausencias laborales. Hay que preservar la vitalidad de la economía, cuya depresión también impacta la salud, mental y física (desempleo, pobreza, seguridad alimentaria). Hacen falta más análisis rigurosos, como el citado estudio, que informen y guíen las decisiones gubernamentales.

Mientras, nos apoya el sentido común, ése que nos dice que los espacios de circulación cerrada del aire representan un mayor riesgo de contagio, y que un ambiente escolar bien controlado es más seguro que el ambiente familiar con convivientes no vacunados.


Gobierno reactivará un grupo asesor del sector privado ante el repunte por la variante ómicron – El Nuevo Día (elnuevodia.com)

José Becerra, MD, MPH, FACPM
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Retired Centers for Disease Control Medical Epidemiologist

Adjunct Associate Professor of Epidemiology and Biostatistics
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Imprudencia total

Cuando el entonces Principal Oficial de Epidemiología denunció el control de la agenda salubrista del Departamento de Salud de Puerto Rico por la relacionista de publicidad oficialista sembrada allí por La Fortaleza, el gobernador Pedro Pierluisi le recriminó públicamente tildándole de «indiscreción total». No refutaba el hecho; sólo la «indiscreción» de divulgar la injerencia de la política partidista oficialista en la ciencia de la salud pública.  Los hechos continúan probando la verdad de la denuncia «indiscreta».

La primera reacción oficialista al actual repunte COVID-19 en PR fue una conferencia de prensa que intentaba desviar la atención pública de la emergencia mediante la presentación del proyecto sobre COVID prolongado, una excelente iniciativa con mérito propio que debió anunciarse en otro momento. Pero así operan los relacionistas públicos oficialistas, pensando que el público no es lo suficientemente inteligente como para discernir la agenda detrás de las apariencias. Esa conferencia de prensa fue un «desacierto total», intentando minimizar la emergencia epidemiológica que nos azota.

Al desacierto, ahora se añade la imprudencia: la celebración de eventos masivos ante la irrefutable evidencia de super contagiosidad demostrada en el reciente concierto «P FKN R» confeccionado por un conejo malo. Aunque la transmisión comunitaria del Ómicron en PR no se deba exclusivamente al concierto, ciertamente no hace sentido potenciar la propagación del virus en la comunidad permitiendo eventos masivos cuyas circunstancias impidan el distanciamiento físico y dificultan el uso de mascarillas.

Aun cuando resulte que la virulencia no sea mayor que la de la variante Delta, la altísima contagiosidad del Ómicron puede resultar en una gran cantidad de hospitalizaciones por COVID-19 que limite la atención urgente de otras condiciones médicas y sature la capacidad del sistema sanitario. Éste no solo incluye camas hospitalarias y de cuidados intensivos disponibles, sino al personal sanitario: reducido, exhausto y expuesto. Además, la inmensa cantidad de contagios excedería la capacidad del sistema de identificación de casos y rastreo de contactos COVID-19.

La mayoría de los países del mundo han optado por no apostar imprudentemente a favor de la propagación del Ómicron y han cancelado eventos masivos de fin de año. Las divagaciones del Secretario de Salud sobre el asunto reflejan la tensión entre las relaciones públicas oficialistas y la práctica responsable de la salud pública. La diferencia entre un relacionista público y un diligente comunicador de riesgos salubristas cobra importancia en estos momentos críticos de esta emergencia.

En las circunstancias actuales, permitir eventos masivos de super contagiosidad sería una «imprudencia total». Instamos al Señor Gobernador a aceptar las recomendaciones de la comunidad científica, dentro y fuera del Departamento de Salud, para proteger al sistema sanitario de los vientos huracanados que se avecinan, como lo hace cuando el Servicio de Meteorología emite alertas y avisos. Cuando la inmensa mayoría de la población apta y vulnerable no está protegida por el requerido refuerzo de la vacunación, es más sabio prevenir que tener que remediar, y las defunciones son irremediables.


[2021.12.22 @ 18:00 EST] “Tomando en cuenta toda la situación actual, y actuando de manera prudente, he tomado la decisión de que el evento de fin de año en el Distrito de Convenciones se lleve a cabo de manera virtual para que todos en Puerto Rico y en el resto del mundo puedan disfrutarlo de manera segura. Esta decisión juiciosa y razonable no afectará la participación de artistas, ni la transmisión por televisión a más de 18 millones de espectadores a nivel nacional y mundial”, señaló Pierluisi en declaraciones escritas. –El Nuevo Día

[2021.12.23 @ 06:00 EST] El principal oficial ejecutivo de Discover Puerto Rico, Brad Dean, indicó que la organización de mercadeo del destino (DMO, por sus siglas inglés) respalda la determinación de Pierluisi, porque “muestra que Puerto Rico mantiene la seguridad de su población y de los visitantes como la más alta prioridad”.

“Esa responsabilidad en el manejo del COVID es lo que llevó a que Puerto Rico tuviera este año una de las mejores temporadas de turismo en la historia de la isla y entendemos que ese mismo sentido de responsabilidad es lo que valorarán los viajeros para que en el futuro sigan escogiendo a Puerto Rico como su destino para vacacionar”, aseveró en unas declaraciones escritas enviadas a El Nuevo Día.




José Becerra, MD, MPH, FACPM
Atlanta, GA and San Juan, Puerto Rico

Retired Centers for Disease Control Medical Epidemiologist

Adjunct Associate Professor of Epidemiology and Biostatistics
Graduate School of Public Health, Medical Sciences Campus
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Vivir alertas, pero no alarmados

Se ha cumplido el vaticinio científico y ético: una pandemia no se mitiga ni se controla solamente con medidas locales. Éstas son necesarias, pero no suficientes.

Existe una alta probabilidad de mutación genómica cuando un virus se propaga con un alto índice de reproducción en poblaciones susceptibles, susceptibles por necesidad o por elección.

Mientras exista un rincón en el mundo sin acceso a la tecnología mas eficaz para controlar una pandemia —vacunación y mascarillas — no se podrá contener la mutabilidad genómica del virus SARS-CoV-2.  El libre acceso a la vacunación es un imperativo ético para proteger a los susceptibles por necesidad y, a la vez, protegernos todos. Cuando COVID-19 existe en algún lugar del mundo, existe COVID-19 en todo el mundo.

Quienes, en el ejercicio de su libertad individual, deciden no vacunarse, son cómplices de la morbilidad y la letalidad —propia y ajena— asociadas al virus.  El derecho individual de los susceptibles por elección no prima al deber social de procurar el bien común.

Sería prematuro alarmarnos ante la detección de la nueva variante Ómicron. Ciertamente, ha producido suficiente humo como para activar alarmas de fuego en diversos países. Sin embargo, debido a la poca información fiable disponible sobre la morbilidad y letalidad asociadas a la nueva variante, todavía desconocemos la magnitud del peligro.

Aun así, podemos reflexionar inteligentemente. Es probable que:

  • la variante Ómicron no sea mucho más letal que la Delta, pues una mayor letalidad reduciría la supervivencia del virus, al no poder contagiar a una mayor cantidad de susceptibles;

  • las vacunas disponibles confieran alguna protección contra la nueva variante. Aun cuando no fuera así, la necesidad de nuevas vacunas no sería algo inaudito, pues ya ocurre con la vacuna anual contra la influenza.  

Cerrar fronteras sólo retrasa la propagación del virus, no la controla, aunque las cuarentenas en viajeros ciertamente contribuyen a mitigar riesgos. El tiempo que se gana debe emplearse, entre otros objetivos, para establecer protocolos de secuenciación genómica que hagan posible detectar nuevas variantes oportunamente en la comunidad y en los viajeros. En Puerto Rico, el Fideicomiso de Salud Pública ha sido dotado con fondos públicos para complementar los esfuerzos del Departamento de Salud, adoptando la tecnología más moderna que nos permita obtener resultados de secuenciación en 24 a 48 horas luego de detectar una prueba molecular PCR positiva. Esperamos ver el resultado de tales esfuerzos pronto, con muestras robustas y representativas de la transmisión comunitaria en Puerto Rico.

Se hace imperioso redoblar esfuerzos de vacunación masiva en todos los países del mundo, así como requerir constancia de vacunación universalmente, además de continuar con el uso de mascarillas, la higiene de manos y evitar aglomeraciones, particularmente en lugares de circulación cerrada.    

Puerto Rico ha probado que contamos con la voluntad política y el compromiso comunitario para contener a esta pandemia. Así lo demuestran los miles de defunciones por COVID-19 que se han evitado. En EE. UU. se han reportado más de 777,000 muertes por COVID-19 durante el transcurso de la pandemia. Con menos del 1% de la población, en PR se han reportado 3,268, proporcionalmente 4,500 defunciones menos.

Son tiempos de vivir alertas, pero no alarmados. Ya conocemos al enemigo, aunque venga disfrazado. Mantengámonos alertas a la nueva información que vaya surgiendo —sin alarmismos contraproducentes— y actuemos racional y serenamente de acuerdo con las circunstancias.   



Omicron Variant – NEW COVID Variant Worse Than Delta? – YouTube

https://www.elnuevodia.com/estilos-de-vida/salud-ejercicios/notas/omicron-esto-es-lo-que-se-conoce-y-no-se-sabe-sobre-la-nueva-variante-del-covid-19/


https://www.nytimes.com/interactive/2021/health/coronavirus-variant-tracker.html

José Becerra, MD, MPH, FACPM
Atlanta, GA and San Juan, Puerto Rico

Retired Centers for Disease Control Medical Epidemiologist

Adjunct Associate Professor of Epidemiology and Biostatistics
Graduate School of Public Health, Medical Sciences Campus
University of Puerto Rico